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biert3, y aunque salieron comprometidos Alejo Montes, Sebastián Salinas, Pablo Montes, Pablo BedeL José San– tamaría, Tomás, Toribio y Manuel Antonio Balladares, Alejandro Lara Mariano La¡a y Pascasio Bermúdez, el plan no tuvo ef~cto y tampoco fueron castigados éstos". El coquimbo Gerardo Barrios, vino a Nicaragua en junio a husmear cómo provocar una revuelta contra Fruto Chamorra. En carta del Obispo Vite'ri al P. Vijil (27. VI. 1853), le dice: "Ha llegado Barrios a León de tránsito para San Juan del Norte; pero me avisan que está trabajando con los "pichingos" para volcar la actual administración de Nicaragua".

Este dato es muy importante. Ya veremos de qué medios se vale Barrios para decidir a Cabañas a meter– le la revolución a Fruto Chamorro, con los "pichingos" , o "coquimbos" de 1845, que todos eran una misma cosa. En julio apareció en León un libelo amenazante e injurioso contra Fruto Chamorro, a quien prevenía que si para su anunciada visita a aquella ciudad, se presen– taba con tropas, sería repelido con fuerza. Informa el Ministro Mayorga en una de sus cartas a su primo José Joaquín Cuadra que aquel impreso estaba suscri– to por el seudónimo "Peinero", quien 10 había escrito "en medío de una crápula". pero que ya lo había con– testado el "Observador".

Este anónimo lo atribuía el Obispo Viteri a Caste– 11ón y a Díaz Zapata. En carta al P. Vijil, fecha 6 de julio de 1853 le dice: "La tranquilidad de León es inal– terable, a pesar de un famoso libelo contra el señor Cha– morro que aparece firmado por un borracho y dado a luz; pero que todos creen que es viveza de Castellón y Chico Díaz. Entre' músicos. dementes y borrachos anda la oposición, pero en la generalidad o totalidad hay buen sentido; y si es castiga a los libelistas es más seguro que nada puede haber, porque estos músicos y compa– ñía son medio tortugas sin coraje y sin pensamiento aunque les sobra veneno más que a las serpientes". Parece que hubo otro libelo por esos días, pues, con la mísma fecha escribe el Obispo a Fruto Chamorro: "Aprovechando el regreso de Chico Arechavala -dice esa carta-, tengo el gusto de escribir a V. E., noticián– dole que en nada ha turbado la tranquilidad pública el libelo famoso firmado por JereZ!. Esta es una solemne protesta de que son muy pocos los facciosos y que la ge– neralidad quiere orden y respeta las leyes; como debe ser grato a V. E. este hecho, me apresuro a participár– selo para su satisfacción".

A fines dél mismo mes de julio se descubrió una conspiración en Managua. De las diligencias creadas re– sultó que el Capitán José María Zelaya y otros planea–

b~n asaltar las armas de la plaza. y con eSe fin ya ha– blan conseguido seducir a los soldados encargados de sostener y proteger las garantías públicas. Además de Zelaya" Se encontró que era culpado el soldado en ac– tual servicio, Dionisio Agurto. Ambos fueron conde– nados. Al Capitán Zelaya se le confinó a la boca del río San Juan, y al soldado Agurto se le destinó a ser– vir en la guarnición en el Castillo Viejo.

El Capitán Zelaya interpuso amparo, pero la Corte Supremo se declaró. incompetente para conocer de tal recurso.

Sin duda este abortado movimiento del Capitán Ze– laya tenía connivencia con el Que ya se gestaba en León por esas fechas. Mateo Mayorga da cuenta de esa cons– piración en carta del 22 de agosto de 1813, a su primo: "Al decirte -le escribe- que el ramo de gobernación nos ha dado que hacer, es precisamente porque en León, Chinandega y Realejo Se conspiraba sórdidamente con– tra el Gobierno; mis cart9s particulares nos revelaron estos pasos y felizmente hemos cortado sin ruido. al menos por ahora, tan sólo nos Queda por averiguar quié– nes son los autores de una logia o punta masónica, que se ha establecido en León, ('on objeto de fomentar la conspirac.ión o revolución contra el Gobierno, ligados Con solemne iuramento de no revelar nada, y que cual– quiera tenga derecho y obligación de matar, al que no guardase la más estricta reserva. Ya hay probabilida– des para creer que los principales caudillos de esto son Chico Día:l1 y Castellón. El plan de los conspiradores

era que estallase la revolución cuando el gobierno lle– gase a León, por lo que éste ha suspendido su marcha para verificarla en el vermio que ya estará todo má~

asegurado y sin peligro".

2. POLITICA PERTURBADO'RA DEL PRESIDENTE CABAÑAS

El General José Trinidad Cabañas había ascendido a la presidencia de Honduras el 1

Q de marzo de 1852.

Aunque el programa que expuso fue muy satisfactorio y ofrecía en él "mantener la paz pública en el interior y exterior", pronto se vio que no cumplía con esta pro– lnesa.

Cabañas era uno de los jefes de los coquimbos y el mismo que con Gerardo Barrios había hecho fracasar la ConfederaCoÍón de 1844, y provocado la guerra llama– da de Malespín contra Nicaragua: ellos mismos arma– ron a los facciosos Valle y Somoza, para que vinieran a intranquilizar a Nícaragua en 1845 y 1846 con guerras crueles y sin objeto excusable.

Fruto Chamorro había sido amigo personal y polí– tico del General Cabañas. A los morazanistas refugia– dos en Nicaragua después del fusilamiento de su jefe, los protegió, mientras los liberales, entonces en el po– der, celebraban la muerte del caudillo y perseguían a sus amigos. En 1844 Fruto Chamorro y Cabañas hicie– ron planes para reconstruir a Centro América de hecho (Cap. IV, NI? 8). Pero desde entonces se convenció Cha– morro de la poca sinceridad de restablecer la unión centroamericana, y decidió dedicar todo su esfuerzo a engrandecer a Nicaragua y sacarla de una posición du– dosa, que no era Estado ni República, camino que ya habían emprendido otros Estados, entre ellos Costa Rica.

El distanciamiento de estos dos hombres sobrevi– no a causa del nuevo giro que respecto de la Confe– deración de Honduras, El Salvador y Nicaragua toma– ron los sucesos. He - aquí cómo se desarorllaron los hechos:

Recordará el lector que de los acontecimientos notables que se verificaron en la administración del Lic. Norberto Ramírez, mencionados al principio del C'apítu– uo X, unO' de ellos fue el pacto entre Nicaragua., El Sal– vador y Honduras, del 8 de noviembre de 1849, por el que se creó la Representación Nacional. Los tres Es– tados convocaron una Asamblea Cinstituyente, que se reunió en Tegucigalpa y emitió un Estatuto o Constitu– ción provisional el 13 de octubre de 1852. C'omo en la convocatoria. los Estados se habían reservado el dere– cho de revisar y aprobar esta ley fundamental, El Sal– vador no creyó que debía aceptarla porque la convoca– toria expresaba que el objetivo era "organizar una re– pública bajo el sistema federal, y en su. desempeño a– doptan el despótico central". Además, se decretó en Tegucigalpa que la Constitución provisional la sancio– narían los pueblos, y no los Estados por medio de sus As'ambleas, comO' estaba convenido. En consecuencia, el Poder Legislativo de El Salvador desechó el Estatuto de Tegucigalpa el 24 de marzo de 1853.

El Congreso nicaragüense consideró que los di– putados a la Constituyente de Tegucigalpa se habían excedido de sus poderes; ya que, en lugar de decretar un gobierno popular representativo federal, "el Estatu– to crea un poder omnipotente éon intervenciones en el régimen interior de los Estados, y con facultades juris– diccionales sobre sus gobiernos peculiares, acotando así su independencia y soberanía".

Por 10 tanto, en dE!creto del 30 de abril de 1853

Nicaragua rE!chazó la Constitución de Tegucigalpa fecha

13 de octubre de 1852, y declaró insubSistente el pacto del 8 de noviembre de 1849.

La opinión contra estos convenios era ya general en la época. En SU Memoria al Congreso en 1849, decía ahí el Ministro Lic. Sebastiári Salinas: "los pactos de Chinandega y Nacaome no han hecho más que aumen– tar una página para la historia, y desvirtuar para siem-

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