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donde, con el salvadoreño, trataríá de ~rreglar las di– fe. ~l1cia::; llntre los dos Estados en conflIcto.

El comisionado de Nicaragua fue el Lic. Pedro- Ze– ledón, ya que el nombrado· Lic. Norberto Ramírez no p... ,

J empr~ ••uer el VIaje por.enfeI?J10. Pero el. 4 de noviembre Guatemala no habla envIado sus represen– tante:> para que se abocaran con los de Nicaragua, El Salvador y Honduras.

Pretendía Guatemala que Honduras presentara las bases del arreglo, para que Guatemala midiera las pro– babilidades de su cumplimiento, lo que Honduras no aceptaba. Nicaragua contestó dando la razón a Hon– duras Y apremiando a Guatemala para que enviara SU3 domisionados (l. XII. 1853). Esa nota, que tras– cribimos íntegra e11 el Apéndice, dice de toda la sin– ceridad Y amor de Fruto .chamorro por la paz de los centt'oamericanos, Y el cuidado que le inspiraba la tran quilidad del I,stmo. S~ Ministro Mayorga, en carta a su primo Jase Joaqum Cuadra (10. X. 1853), le par– ticipaba que el gobierno de Nicaragua había trabajado muchísimo por un arreglo fraternal, y que quizás a sus esfuerzos! se debían las probabilidades de éxito que ya se vislumbraban. La Lega.ción de los Estados Unidos estaba muy pagada de la administración y enviaban ha– lagüeños informes a su gobierno, y distinguían espe– cialmente al Ministro Mayorga.

A este respecto trascribiremos la opinión de Je– rónimo Pérez que ayuda a explicar el empeño de Fru– to Chamarra por arreglar la paz. "Al Gral. Chamorro -dice Pérez.-.-. le convenía sin duda un cambio polí– tico en Honduras; pero era hombre de paz y de orden hasta el extremo, y prefería que sus enemigos dispu– siesen de los destinos de un Estado vecino antes que la guerra".

ESlto es escribír historía en presencia de lo que pasó

y no teniendo en cuenta las ideas y sentimientos de FrutI) Chamarra en aquel momento. Cabañas no era su enemigo; Honduras y Nicaragua eran aliados; Fru~

to Chamarra no veía con difi dencia que un amigo pre– sidiera en Honduras; al ayudarle, ayuda.ba a un aliado; fue preciso una maniobra vitanda para tornar en sus– picaces adversarios, los que por muchos títulos habían sido amigos. Sin embargo, algo de cierto encierra la observación de Pérez. Fruto Chamorm no quería gue– rra, porque ear un hombre de paz y de orden. El Lic. Zeledón no pudo conseguir que Guatemala enviara sus delegados a Santa Ana; y entonces come– tió un error. Sin instrucciones de su gobierno se tras– ladó a Gua.temala. Fruto Chamorro deSlaprobó tal paso en nota del 31 de diciembre de 1853; pero cuando ella llegó a manos del Lic. Zeledón, éste había sido recibi– do oficialmente por el Presidente de Guatemala el 14

de enpro de 1854; entretanto, Guatemala declaró rotas las negociaciones, alegando que Honduras había de nue· vo invadido su territorio y que tropas hondureñas ha– bían llegado hasta el valle de Atulapa, cerca de Esqui– pulas. Zeledón se ocupó entonces de concluir un tra– tado de amistad y 'alianza entre Guatemala y Nicara– gua, pues llegó cuando ya se había producido la inva– sión de Castellón y Jerez.

Cuando Nicaragua daba estos últimos pasos, que

a causa del poco tino del Lic. Zeledón, acabaron por colocarlo en una situación dudosa, llegaron a Hondu– ras los desterrados Jerez y ·Castellón, Guerrero. DÍ8z Zapata, etc., quienes comenzaron a trabajar en el áni– mo de Cabañas para cambiarlo y enfurecerlo contra Chamorro.

3. .......;CONSPIRACION DE 1853

Pero antes de referir los motivos de Cabañas,

volv~Tl}os atrás para tomar desde sus principios la C?Il;S¡plración que se convirtió en la enfasta guerra CIVIl de 1854.

Ya hemos visto sus causas: un episodio más de la lucha entre Oriente y Occidente; entre el militaris– mo y el civilismo, llegado ahora a su culuminación

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con la pérdida por parte de León de la capital y el poder, y la lejanía de recobrar ambas ventajas con unua nueva constitucién política que aseguraba a– quellos resultados favorables a los orientales. Después de los conatos que hemos referido, en agosto de 19852 supo el gobierno que existía una conspiracón formal en Occdente. Con fecha 22 de ese mes Mateo Mayorga se lo participa su primo Cuadra en un párrafo que contiene todos los pormenores: "Al de.cirte -reza esa carta- que el ramo de go– bernaCIón nos ha dado que hacer, es precisamente porque en León, Chinandega y Realejo se conspira sórdidamente contra el Gobierno; mis cartas parti– culares nos revelaron estos pasos, y felizmente he– mos cortado sin ruido, al menos por ahora; tan sQlo nos queda por averiguar quiénes son los autores de

un~ logia o punta masónica que se ha establecido en Leon, con objeto de fomentar la conspiración o re– volución contra el Gobierno, ligados con solemne ju– ramento de no revelar nada; y queu cualquiera ten– ga derecho y obligación de matar al que no guardare la más estricta reserva. Hay ya probabilidades para creer que los principales caudillos de éstos son Chi– co Díaz y Castellón. El plan de los conspiradores era que estallase la revolución cuando el G(f)ierno lle– gase a León, por lo que éste ha suspendido su mar– cha, para verificarla en el verano, que ya estará to– do más asegurado y sin peligro".

Castellón, Díaz Zapata, Guerrero y otros eran los conspiradores. Es posible que Cabañas haya escogido a Castellón para la misión de que dimos cuenta arri– ba c;on el principal objeto de que pudiera ingresar a NICaragua a organizar el movimiento.

, En Nueva Segovia también se revelaron malos smtomas. Mayorga da cuenta a Chamorro' que "los revolucionarías, a pretexto de auxiliar la causa de Honduras (contra Carrera), no dejan de estar inquie– tando en Segovia". Por este motivo y otros infor– mes que había comunicado anteriormente, "y la des– confianza que inspira de suyo el gobierno honduure– ño", el Ministro había dictado algunas medidas de defensa, -como aumentar las guarniciones en aquella frontera.

A Mayorga se le hacía duro creer que hubiese conspiración. EllO de octubre, escribía a su primo Cuadra: "Aunque no faltan quienes trabajen en L.eón por la inquietud y el desorden, pero la paz va ad– quiriendo cada día mayor incremento y estabilidad tanto porque ols pueblos van conociendo que la mer~

ced de ella prosperan, cuanto porque no tienen ni pretexto para la revolución, porque felizmente el Go– bierno lleva una política y una conducta de que no pueden quejarse".

Según el testimonio de Gregorio Cuadra, Máxi– mo Jerez no estaba metido en estos intentos de tras– torno. No quería que le hablasen de ello, mientras te– nía la esperanza de ser nombrado Ministro, y la in. ternidad que recayó en la designación de Mayorga, nos induce a creer que Fruto Chamarra no había des– cartado definitivamente la invitación de Jerez al ga– binete.

Dice Cuadra que Jerez comenzó a prestar oídos a los conspiradore¡; en octubre de 1853, cuando ya ha– bía perdido las esperanzas de ser llamado al minis– terio; y que de no entrar en el movimiento, éste no hubiera podido realizarse. Agrega que se resolvie– ron hacer la revolución a Chamarra por todos los medios posibles; que desconocerían su gobierno, nom brarían Director al Lic. Castellón, Ministro General a Pablo Carvaial, General en Jefe a Jerez y segun– do a Mateo Pineda; y que se ligaron con aquel ju– ramento de matar a quien revelera la conspiración y el nombre de los conjurados.

En medio de estas amenazas que ya trascendían al público. Fruto Chamarra no encontraba en su par– tido la colaboración necesaria, sino más bien motivos de disgusto. por pequeñeces en la distribución de los puestos públicos. En una de las cartas de M~yorga a su primo Cuadra encontramos una referenCIa suma-

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