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mente el día de su toma de posesión ante la Asamblea y el pueblo.

De camino hacia el destierro, Máximo Jerez re– dactó un recurso para presentarlo ante la Corte Su– prema, sec~ión de Occidente, fechado en Mayocun.da el 6 de diCiembre de 1953. En resumen, en este escnto un poco oscuro Y embrollado, refiere Jerez que fue interrogado por el mismo Director Supremo, a quien pidió que se hiciera concurrir a los que "lo habían calumniado, para desmentirlos en un careo". Cuando se le leyó la sentencia fundado en "convicciones mo– rales (no legales)"; pidió que el proceso se pasase a la autoridad competente; había tolerado sin pro– testas que se consumara sobre su persona el hecho gubernativo, que sería siempre atentatorio; pero en cambio, había instado porque se emplearan medios propios para encontrar la verdad, caso de que se quisiese buscar. Yeso no tanto para acreditar la ile– galidad del procedimiento, como para sincerarse con– tra "las negras imputaciones" que le hacía el Direc– tor en su mensaje del 21 de noviembre y en los con– siderandos de su acuerdo de expulsión; los sensatos vecinós de León eran testigos de su conducta en los días en que se supone se maquinaba la conspiración sin que disminuyera el valor de este testimonio lo que había impreso en sentido contrario varios veci– nos de Granada. "Esto no es extraño -decía Jerez-; ellos son el gran número del pequeño círculo oli– gárquico; y al pronunciar en sU pápel un panegírico del gobernante, de quien son fieles devotos, era natu– ral que a mí me maldijesen, como a impío", pero nada prueba Máximo Jerez en este escrito sobre su ale– gada inocencia.

El gobierno dio cuenta a la Asamblea Constituyen te en Junta Preparatoria de la expulsión y del motivo por el cual no remitía las credenciales de los diputa– dos expulsas. que lo eran Castellón, Guerrero, Jerez

y Díaz Zapata, para que ella resolviera lo convenien– te .sobre la descalificación de esos diputados. Esa nota de su Ministro Mayorga. contenía apreciaciones sobre la necesidad de guardar el orden y de tomar inmediatamente medidas .enérgicas para aquel aten– tado "tan inicuo como funesto y punible" (1).

Agrega respecto de Máximo Jerez que hay cir– cunstancias que parecen anular su elección. 19 Esta– ba de por medio el decreto legislativo del 25 de junio de 1852 que excluía a Jerez de la delegación suplen– te de la Representación Nacional mientras no se in– demnizara de los cargos de haber participado en la facción del 4 de agosto de 1851; vindicación que hasta esas fechas no había tenido lugar; 29 el año 1852 el Gobernador Militar de Occidente había dictado auto de prisión contra Máximo Jerez, y no constaba que se hubiese revocado.

Los diputados expulsados por conspiradores no fueron calificados y la Asamblea mandó reponer las vacantes que dejaron. Pero no se hizo sin vencer in. trigas para que se calificase a dichos diputados. Esto lo sabemos por una carta de Fulgencio Vega (Grana– da 13. l. 1854) a Fruto Chamarra en que además le recamienda: "Es necesario, para que salga algo bue– no, que tomes influencia sobre las deliberaciones, y que en todo influeyas, pues sabes que el gobierno es

~a víctima"; De donde se ve que Fruto Chamarra de– Jaba en libertad de acción a los diputados, sin ejercer en ellos ninguna influencia. Se confirma así la ob. servación del Diputado de la oposición Hermenegildo Zepeda ya citada, que Chamorro no era más que un elemento pasivo en las combinaciones de su partido.

5.....;...PREPARANDO LA REVOLUCION

La medida fue muy aplaudida por la gente de or– den '! aun po~ personajes de los otros Estados, y se creyo que dana resultados permanentes; pero al mis-

mo tiempo desató una oposición en el interior aun más cruda que antes, porque ahora tenían la materia concreta de qué acusar al gobierno.

Esta oposición se reflejó en la prensa. Fruto Cha– marra fue muy respetuoso de ella, hasta el punto de

m;;t~dar a pu~licar el libelo ~e Jerez en el periódico ofICIal. Este organo del GobIerno notó con pena có– mo se desborda la libertad de escribir. "La prensa del Estado -decía en agosto de 1853- parece domi. nada por un vértigo amenazador de su libertad. Des– de que un vicioso lanzó por ella gritos roncos de im– potente furor contra la autoridad del primer Magis– trado y los respetos que le son debidos, un solo im– preso de la prensa libre hemos leído moderado jui– cioso y con un objeto laudable; y muchos se' han sucedido llenos de hiel y personalidades y algunos de sandeces y pretensiones presuntuosas, dignos todos éstos de la oscuridad más completa por la forma y por los fines".

Pero a fruto Chamarra jamás se le ocurrió la idea de reprimir esa libertad aun sabiendo que al amparo de ella se preparaba un movimiento revolu– cionario.

Nos refiere el Lic. Pél,'ez que la oposición se valía hasta de las circunstancias más pequeñas para desa– creditar al gobierno de Fruto Chamarra. Por ejemplo en esos días tuvo la desgracia de perder a su hij~

Carmencita, la mayal'; su entierro fue muy concuurri– do, el Dr. Cortés pronunció un discurso muy sentido hubo muchas manifestaciones de simpatía. Los ene~

migas de Fruto Chamarra lo acusaron de enterrar a su hija con honores regios. Por la muerte de un hijo de Carrera, de Guatemala, el de Nicaragua le dio ex– presivo pésame. Los enemigos le echaron en cara a Chamarra que sólo los reyes daban pésame en esa forma. El Presidente se compró un uniforme militar. Sus enemigos le levantaron que quería emular a los príncipes europeos. _La frase "archivo secreto" la igualaron los adversarios de Fruto Chamarra al tri– bunal de la Inquisición; propalaron que el gobierno era tiránico porque aquello de "prevenir los males antes que remediarlos". encontraban mal que se hu– biese cambiado los nombres de Estado en República, y de Jefe en Presidente; y las facultades extraordina– rias que se había dado al Poder Ejecutivo para con– jurar el peligro revolucionario que se anunciaba por todas partes, sirvió para intranquilizar a los nicara– güenses, haciéndole creer que se trataba de desqui– ciar el orden social y hacer tabla rasa de las garan– tías ciudadanas. Tales fueron los comentarios contra el mensaje inaugural, que muchos lo juzgaron por lo menos imprudente; pero Anselmo H. Rivas compren– dió el alcance de la crítica al asegurar, que a pesar de todo, sus adversarios hubieran hecho la revolución a Fruto Chamarra, "porque estaban en juego gran– des intereses locales y personales".

El infatigable de la pluma Lic. Francisco Caste. llón, buen estilista por cierto. emprendió una cam– paña tremenda por la prensa contra Fruto Chamarra y su gobierno. En León escribió y publicó un artículo fechado el 8 de diciembre de 1853 en que relato su prisión, niega que hubiese conspiración y ataca fuer– temente a Chamarra. Castellón fue el creador de ciertos términos que luego José Dolores Gámez intro– duciría en la historia y en el arsenal que se gastaría contra Fruto Chamarra durante una centuria. Cas– tellón llama a Fruto Chamorro Inquisidor de Estado, restablecedor de los procedimientos del Santo Oficio, profanador del santuario de la ley, fingidor de crí– mines políticos secretos; le enrostra el archivo secre– to como procedimiento siniestro, lo acusa de usurpar el poder, de adicto a la perniciosa máxima de preve– nir los males antes que remediarlos, etc. No son. pues, inventos de Máximo Jerez ni de José Dolores Gámez; todos esos atributos aplicados a Fruto Chamarra fue-

(ll-EI recurso de amparo de Jerez y esta nota del Ministro Mayorga se trascriben íntegros en el Apén– dice de esta obra.

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