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se oyeron vivas entusiastas. El Gral. Corral olvidando sus imaginarios agravios, se resolvió a for{¡¡ar en las filas de Chamorro. Dice Pérez que su cambio obe– deció a una amenaza del Lic. Selva, que le hizo com– prender la inseguridad con tales hombres en el Go– bierno. Corral había mandado a capturar a Selva cuando éste saJía de Granada a incorporarse a los facciosos, al juzgar perdida la causa de Chamorro. Selva le escribió, achacando a Corral que había dado órdenes de fusilarlo a él y a su primo Dámaso Sousa.

La carta de Selva terminaba con esta amenaza: "De– poned, hombre insensato, vuestro delirante proyecto; tratad de salvaros con la fuga, y no queráis com– prometer a una población entera, sacrificándola a vuestros caprichos. Reconoced, en fin, vuestra po– sición, y temed la justa indignación de unos hom– bres que conocen sus derechos y saben defenderlos". Ese mismo día Chamorro comenzó a reorganizar su ejército y a disponer la defensa de Granada.

CAPITULO 15

LA BATALLA DE GRANADA

l.-Máximo Jerez marcha contra Granada. 2.- Primeros combates en Granada. 3.-La línea de fuego. 4.– Armas y divisas. 5.-Legitimidad o muerte. 6.-Guerra a sangre y fuego. 7.-Expedición a Masaya. 8.-EI "Cua– dro de la Muerte". 9.-Rigores innecesarios. IO.-Más derrotas para Jerez. H.-Los democráticos reclaman legi– timidad. 12.-Expediciones al Lago y al Sm·. 13.-Un armisticio. 14.-Se l'eanuda la batalla de Granada 15.-– Régimen interno. 16.-El rev-erso de la medalla. 17.-Todos con Fruto Chamol"r6. 18.-Hidalguía de Fruto Cha– morro. 19.-Víctoria y muerte.

1.-MAXIMO JEREZ MARCHA CONTRA GRANA1IlA

Muchos se agregaron al ejército de Máximo Je– rez. El deseo de aventuras y riquezas, el aliciente de una fácil y pronta victoria que el éxito inicial anunciaba, el espíritu de rivalidad hábilmente ex– plotado por los caudillos occidentales, todo contri– buyó a que el ejército revolucionario se formara rá– pidamente. Pero aquello mismo que lo hacía nume– roso, era la causa de su fragilidad proclive a la di– solución, como sucedió una vez colmado el verdade– ro objetivo de la mayoría de sus componentes, que era el saqueo.

En todo su camino, Jerez no encontró obstácu– los; antes bien, ayuda. Sin embargo, sus oficiales comenzaron a darse cuenta de que la realidad era muy distinta de lo que se propaiaba. No era cierto que el Gobierno de Fruto Chamorro fuese odiado, ni que estaba formado de un "estrecho círculo oligár– quico", como decía Jerez en sus proclamas. El Ofi– cial Cástulo Córdova escribe en sus "Recuerdos Do– lorosos":

"A golpe de vista se comprendía que hombres y señoras y hasta los chiquillos eran chamorristas en cuerpo y alma".

Como el 20 de mayo llegaron las tropas revolu– cionarias a Masava. Jerez se detuvo allí seis días "No sé -dice Córdova- qué motivÓ- el haber esta– cionado tantos días en aquella ciudad". Fue sencllla– el último.

Allí leyó Jerez las proclamas de Chamorro a los nicaragüenses del 18 y 20 de mayo. en que recorda– ba la anarquizante administración de José Guerrero, la actuación del propio Jerez en Granada cuando fue Gobernador de la Plaza en 1848, "que miraba tran– quilo v sereno que sus secuaces incendiasen las ca– sas del pueblo'''; y la de Mateo Pineda en el mismo destino "que aconsejaba en privado y toleraba en público que un partido despedazase al otro". "Las armas enemigas -decía Chamorro-, traen por ense– ña la muerte. el incendio y el saqueo; más vale fene– cer en la lid de los principios, que vivir bajo el yugo del desorden".

Máximo Jerez explicó a ésto con una proclama el 24 de mayo en que aseguraba qu no traía planes de eh~svastación y exterminio sino sólo contra p.l "es– trechísimo círculo oligárquico" que rodea al "tirano" Chamorro.

Sinembargo. los soldados v ofici:'l.les de Jerez ve– nían con intenciones muy distintas de las (lUe procla– maba su jefe y no trataba ~e ocultarlas. Decían eme Grl:lnacla era una "huerta SIn tapiscar", que la des– truirían hasta sus cimientos y que en sus ruinas plan-

tarían una rama de chilamate. Ellos, por otra parte, comprendieron mejor que la tardanza era perjudicial y comenzaron a gritar: ' -A Granada, a comer a Granada!

Al día siguiente de estas aclamaciones, o sea el 26 de mayo en la mañana, Jerez hizo formar su tro– pa organizada y dio la orden de marcha.

Un exprofeso le fue enviado a Chamorro con la noticia de que eran cinco mil los que venían con Má-ximo Jerez. . -Tú los viste? -preguntó Chamorro al correo. -Sí, señor; estaban formados en la plaza; de cuatro en cuatro, a una vara de distancia; en un lar– go como de dos cuadras.

Todos estos datos los apuntaba en un papel Fru– to Chamorro; hizo después unas sumas y multiplica– ciones y luego, dijo:

-Jerez no trae más de ochocientos a mil hom– bres.

y después, cuando se supo que así era, la gente sencilla creyó que lo había averiguado por acto de brujería.

Fruto Chamorro se hallaba' listo esperando la acometida. Su ejército era reducidísimo, pero estaba colocado en posiciones inexpugnables. Con los ma– rineros del Gran Lago, hombres curtidos por el sol y la intemperie, acostumbrados al trabajo y las pena– lidades, avezados a desafiar impertérritos los más grandes peligros; con algunos muchachos de los ba– rrios decididos a pelear como buenos en defensa de su terruño; y con los jóvenes de las clases principa– les, entre los cuales estaban sus propios hermanos y

amigos de su familia que por todos apenas suma– rían 300, esperó resuelto a salvar a la República o quedar sepultado entre sus ruinas, como él mismo lo hizo saber en una de sus proclamas.

Chamorro depositó la Presidencia en el Dipu– tado Lic. José María Estrada, y se puso a la cabeza de sus tropas.

2.-PRiMIEROS COMBATIES EN GRA.NADA

El 26 de mayo, poco después de mediodía. llega– ron las avanzadas de Jerez a los alrededores de Gra– mda. Hacia el Poniente, en el lugar llamado la A– dUl:lna, frente al cuartel de "La Pólvora", los revo– lucionarios encontraron su primera resistencia. Se había situado allí una guerrilla. más bien de obser– vación; y, como era de esperai-se, este primer em– nuje no pudo resistirse El sólo sirvió para demostrar

la furia homicida de que venían poseídos los faccio– sos tal como lo había anunciado Fruto Chamorro. Allí cayeron prisioneros los jóvenes Luis Zavala, Te-

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