Page 130 - RC_1968_04_N91

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sca bó seguridad al hombre de bien y protección a la no , 1 . " gricultura y a comercIO .

a El Presbítero Rafael Villa~icencio, se gloriab.a d.e rtenecer "a una causa que tlene por apoyo la Jush-pe • "

cía y la razon . .. El Gral Clemente Rodríguez CachIrulo, leones, ien estab~ con Chamarra porque los demooráticos

q~erían implantar los "principios" de li~~nda'y liber–

~naje" recordaba a los leonses: ¿HabeIs olVIdado la

~az y demás bienes que disfrutasteis antes de la inva-ión de los bárbaros (los democráticos) que ahora os

~primen? Habéis desco~o~ido qy.e fuisteis los p~e-

bIas prediletcos de la .Adm~mstra~IOn de C~amorr??

El segoviano GabrIel IrIas, qUIen enuncIaba aSI los motivos que lo afilia~or; a la ca.usa de Fruto C!Iamorro: "Ví una turba de perfIdos vecmos profanar sm pudor el suelo de la patria, pisar orgull0.s~s el suelo caro. de nuestro origen; ví una turba frenetlc~ de malos mca-agüenses conmandados por. cuatro pIllos de c9nducta

~urbulent~, codiciosa. y aspirante, alzar el pendan. ~e la infedelidad y rebelion contra la Postesta~ LegIhma; arrebatar al país su reposo; entrar cual barbaras a l8: s poblaciones, ultrajándolo todo y asolándola~ con el pI– llaje y el incendio". Y al llamar a sus conclUdadano~ a tomar las armas, da esta razón. "Todo~ ~os Rueblos se levantan en defensa de la potE;stad LegItm.r a . Liberato Abarca, matagalpmo pertE;necrente al Par– tido Liberal fue nombrado por el GobIerno de Chama– rra prefecto' y Gobernador Militar del Departamento de Matagalpa. El ace~tó y j\!ró fiqelida~: Cu~ndo el hon– dureño Gral. FranCISco Gomez mvadIO a NIcaragua con fuerzas de Honduras, pidió a Abarca la ~ntrega del De: partamento con garantías de vidas y hacI~ndas, para eVI tar inútil efusión de sangre, ya que su trIunfo era "se-guro". ...." Abarca le contesto con dIgmdad y fIrmeza: Des-de el día que presté mis j~ramentos, mi sausa pol~tica

y mi bandera es la del GobIerno. " he creIdo que. SIem– pre he profesado los principios liberales y republicanos, y que et servir a la ~d~~istr::ción ~hamo!ro! en ?;lada contradice a estos prmcIpIOs m a mIS convIccIOnes: Le recuerda que mientras Nicaragua mantenía un dIplo– mático en Guatemala "con el fin de generoso ~e evi– tarle al hermoso Honduras los males y desgracIas que la guerrale producía ... el Gobierno de Ud. desconoce a su mejor amigo Nicaragua, lo ~raiciona y arm~ una facción para que lo venga a asesmar en su propIO ho– gar ... Esto es lo que hahecho invadir a Ud. el territo– rio de la República, y no el deseo de evitarle males y desgracias, ni el de restablecerse la paz que tenía antes de estos aconteoimientos".

Los hermanos Venerio, cuñados de Francisco Mo– razán (hijo del ex-presidente de Centro América), es– taban al lado de Chamorro en Granada. Sin duda, como hijos del asesinado Bernardo Venerio por la facción de 1846, sabían dónde debian hallarse los hombres de bien, El Lic. Francisco Castellón participa este hecho al Ge– neral Morazán diciéndole. "Esto nos pone en algunas complicaciones". Y aoaba aconsejándole que escriba a su hermano Francisco Morazán "para que no se empe– ñe mucho por ellos". Es decir, para que los deje correr su propia suerte, la misma que Castellón proyectaba para sus valerosos enemigos cuando tenía más seguri– dad de lograr la victoria final. Semejantes entrañas de hombre explican por qué los democráticos hacían aquella guerra tan cruel, sangrienta e implacable. Por el lado d':l Rivas también se movían los amigos de F'ruto Chamorro, en un intento de reconquistar el de la ley y el orden. De una protesta de Buenaventura Selva a Costa Rica que hemos hallado en el Archivo de don Juan J. Ruiz, nos encontramos que el abuelo y ho–

~ónimo de éste encabezaba un grupo de importantes CIUdadanos que se preparaban a invadir el Departamen– to Meridional desde Costa Rica. Ellos eran, además de Ruiz, José Baldizón, ClementE' Santos, Avelino Montiel, Alonso Bendaña, Juan Marcos Molina, Camilo Cerda, qabriel Eva, Joaquín Rosales, Rafael Cárcamo, Venan– T

O Gallo, Domingo Valenzuela (a) Chalán, y Felipe

usa.

Esta reaCCIOn a favor d·~ Chamarra y su Gobierno se comenzó a notar desde el principio de la campaña. De todos los departamentos, sin excluir el Ocoidental "hay va y vienen más gentes -dice El defensor del Or– den (Junio 4)- a defender al Gobierno y la santidad de las leyes". Matagalpa y Segovia permanecieron siem– pre firmes y leales, el primero bajo el mando militar de Liberato Abarca y el segundo bajo el de Francisco Irías. Hasta el Lic. José Salinas, conspirador de otros tiempos contra Chamorro, sin pasarse no obstante a su lado, desaprobaba los desmanes de sus compañeros de armas y justificaba a Chamúrro en versos que no son tan versos como verdades.

No existe democracia en Nicaragua Por más que digan sus reolamadores; Existe sólo la ambición y tema del uno al otro que disputa dones.

Al que hoy gobierna se nombra tirano, Se le agrupan defectos, enormes;

y el partido que caído se mira Se dibuja con bellos colores.

No es Chomorro el que en varios conflictos Ha salvado al Demócrata puro? ¿Por qué ahora que no le recoge Es tirano, es borracho, es perjuro?

Entreabrid vuestros ojos muy puros, Pueblos todos del gran Nicaragua;

y mirad que la guerra es tan sólo Por un hombre que de sed se acaba.

Este último verso es una terrible alusión a Caste– llón: la guerra es sólo para satisfacer su nunca saciado apetito de poder y dinero.

18. HIDALGUIA DE FRUTO CHAMORRO

Fruto Chamarra fue siempre hidalgo con sus ene– migos. Se puede decir que su rigor no pasó de las pala~

bras; el decreto del 10 de mayo de 1854, principalmente su artículo 5 que disponía fusilar a los facciosos que se encontraran con las armas en la mano, "no Se cumplía", dice Anselmo H. Rivas.

No vamos a detenernos a demostrar este dicho, porque esta obra no es de carácter polémico sino narra– tivo, y porque ya en otros trabajos que andan impresos hemos puesto en su punto estos asuntos. Quizás lo qne referiremos enseguida contribuya a reforzar esa opi– nión que no es esc1usivamente nuestra.

Nos refiere Francisco Vijil en su obra "El Padre Vijil", que este personaje era muy amigo de Máximo Jerez, y que sabiendo que se encontraba herido en Jal– teya, pidió salvoconducto a Fruto Chamorro para en– viar al general democrático lInos libros con que entre– tuviera sus ocios. Chamarra concedió el permiso y el P. Vijil hizo llegar los libros a su destino.

Esta concesión de parte de Chamarra es extraña y aun censurable. El P. Vijil no le era adicto, toda su vida había militado en el partido contrario al de Cha– marra, en esos momentos difíciles, era aun su franco adversario. Que un persona;e de tal calidad se comu– nicara con el mayor y más inmediato enemigo de la cau– sa que defendía Granada, era expuesto, por lo menos imprudente. Sin embargo, en la amplitud de Chamarra ni una duda. ni un mezquino sentimiento oscureció su hidalga conducta.

Anselmo R. Rivas nos ha dejado, en su Ojeada Re–

frospectiva. una preciosa anécdota que basta por si sola para pintarnos con cabal exactitud las elevadas ideas que profesaba aquel hombre tolerante con el pensa– miento ajeno y al mismo tiempo inflexible para llevar adelante el suyo, una vez seguro de que era acertado y justo.

Refiere Rivas que en cierta ocasión, Fruto Chama– rra se había quedado conversando de sobremesa, des– pués de almuerzo, con sus oficiales. En esto se oyó el

lOS

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