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¿POR QUE ME HICE LIBERAL?

ENRIQUE CHAMORRO S.

Ex-Ministro de Agricultura

Muchas persot.as en Nicaragua se encuentran sor· prendidas de que un Chamo!:ro, como yo, sea liberal y halla tenido una línea bastante destacada dentro de su partido desde 111I .elección popular del General José Ma–

ría Moncada. Para comprender este fenómeno me he propuesto hacer un poco de historia y mostrar, a tra– vés de mi vida, la evolución social que va sufriendo es– te país: historia y evolución que fueron, en última ins– tancia, las causas de mi profesión liberal.

Era allá por el año de 1906. Estaba muy joven. Mi padre había comprado una finca de café cerca de San Marcos donde soJía pasar mis vacaciones. Acostum– braba llegar a ella a caballo y me eran familiares las personas de esos lugares.

En la plalZa C!ue después llegó a ser el parque de San Marcos ví muchas veces a un hombre, indio ciento por ciento, que manejaba una carretilla de esas de mano acarreando arena, moviendo tierra, trabajando en la plaza. Yo lo había conocido antes en la finca de mi

padre y le tenía mucho cariño. Por eso, cuando llegué a la finca, le dije a mi padre por qué estaba aquél hom· bre donde lo había visto. Que si no le había gustado el trabajo de la finca. "No -me dijo- es que tenía un compromiso con un señor de San Marcos que no le pagaba bien, que 110 le daba buena comida y entonces se fugó. Este compromiso lo había hecho ante el Juez en papel sellado. Conmigo no había firmado ningún papel porque no quería que me empeñara su trabajo. El señor de San Marcos, por medio de las autoridades, lo mandó a capturar y le pal;ó la deuda al municipio". Pero lo peor era que el municipio le daba exceso de trabajo y como no podía pagar la deuda tenía que cum· plir lo que le mandaban hacer. Esto me produjo una profunda impresión en el alma. j Aquél indio era casi un esclavo!

--Más tarde, al terminar mis estudios de primaria. con el producto de la finca de café mi padre me man– dó a educar a un centro en Pa~ís. Estuve en un inter– nado manejado por los dominicos. Pero con las leyes laicas de la Francia de entonces asistíamos a un Liceo público que estaba situado como a tres cuadras del edi– ficio de donde vivíamos.

No hice malos estudios. Lo digo sin falso orguJlr ni falsa modestia. El profesor de historia me tomó cariño. La historia de 'Francia me entusiasmaba. Pla· ticaba con él y me preguntaba de las cosas de mi país. Yo le conté el cao;o del indio de San Marcos. El profe· sar me dijo: "Vea, Chamorro, eso se terminó hace más de un siglo con la Revolución Francesa del 93. No com– prendo que eso suceda en su país. Como es posible que

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halla padres que ma,nden a sus hijos a estudiar aquí y que al mismo tiempo existan esas cosas". En París es– tudiaba un hermano mio y un primo hermano. El me hablaba de ideas sociales. Luego supe que era socialis– till, eminentemente socialista Formaba parte del par. tido incipiente que en aquella ~poca se iniciaba en Fran. cia. Por lo tanto comencé absorver esas ideas de justi– cia social que en el ambiente en que me crié no las ha. bía absorvido no por orgullo. sino por la falta de orien. tación. por falta de nacionalismo.

En las proximidades de la Guerra Europea tuve que regresar a Nicarasua. Empecé a ver muchas coséIS que no caminaban bie:n. Gobernaba el país don Adolfo Díaz. Veía mucha deficiencia. Acababa de termina!t aquella famosa guerra civil en que el conservatismo se dividió en dos bandos: por una parte el 'General Mena y por otra el General Chamorro. Encontré el país con una, moneda muy alt"t, con unas costumbres extrañísimas. No había lustrado! de :lapatos que no hablan de ametra.. lladora, de balazos. Era un país completamente distin. to al que había dejadc. En seis años era prácticamen– te otro pafs.

Empecé a divagar a ver lo que hacía. a hacerme cargo de las haciendas de mi padre. Pero aquello no me satisfacía. No podía hace! más que lo que él hacía. Resolví, entonces. iniciar mis estudios de Derecho. Por ese tiempo subió al poder el partido conservador ge–

nuino con el General Chamol'ro. Algunos agricultores de Managua le Pl'opusieron al Presidente la ley de agrio cultura. la que se había aplicado al indio de San Mar– cos y había existido en tiempo de Zelaya y en los Treinta Años.

Por ese tiempo se publicaron en EL CORREO una serie de artículas sobre las injusticias que Se cometían. Todo eso fUe motivo suficiente para sentirme desespe– rado y desprenderme del modo de pensar de los seño– res principales de Granada. Había leído mucho de las inquietudes de Jerez. Conocía las historias oficiales, las memorias de Jerónimo Pérez y veía en el partido de los calandracas y demóc'l'atas un fondo de justicia muy grande, un deseo de surgir, un afán de superación. Por otra parte los intereses creados. por una causa o por otra. se habían fosilizado en la clase privilegiada, diga– mos en la gente que llegó a formar después de don Fru· to Chamorro el partido conservador.

Recuerdo una vez que don José Dolores Mondragón. un conservador B! macha martillo, tenía un periódico en Gra'nada llamado EL CONSERVADOR y comenzó a criticar una de las últimas administraciones conserva· doras. Bastó ello para que el director de Policía de

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