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nicipalidades, imponer préstamos forzosos y decretar la creación de un tribunal de infidencia con faculta– des tremendas, que integró con personas supeditadas al espíritu de partido.

Con el fuerte ejército que había reunido en León y en Granada, Herrera se apoderó de Managua, que opuso poca resistencia; pero la Villa padeció algún sa– queo por la tropa desenfrenada.

El Jefe destituyó a los Alcaldes primeros de Ma– nagua y de Masaya, y promulgó una amnistía, pero ex– ceptuó de ella a los referidos Alcaldes, al Padre Es– trada, a Mariano y Perfecto Zavala, a Frncisco Solór– zno, F'ermín Rocha, Manuel Talavera y al Coronel Flo– res.

Luego las tropas de Herrera amagaron a Rivas, que al fin también depuso las armas sin combate. Este trastorno que la inquina contra las clases principales no se había extinguido, ya que en Grana– da buscaban de preferencia para filiarlos "a los que tenían antípodas en el Oual tel", según carta de don José del Montenegro.

Más lo peor de esto fUe el saqueo que hubo en Granada sin excusa ninguna, porque la población ha– bía permanecido fiel al gobierno de Herrera; pero la soldadesca por lucrarse, incitada por los enemigos de la gente distinguida, organizó robos y persecuciones contra las familias principales, calificándolas de aris–

tócratas y enemigas de la causa.

En septiembre de 1833 fueron reducidos a prisión Fruto Chamarra, Juan ZavaJa, un señor de apellido Parrilla y varios otros, sin más motivo que el ser "oli– garcas". otros granadinos. como don Dioniso Chama– rra, hermano de Fruto, testigo y relator de estos he– chos, huyeron a tiempo para escapar al ultraje. Desde su prisión escucharían sin duda Fruto y sus compañeros la algazara que formaban las turbas y sol– dados que entraban a saCo casas y tiendas de comer– cio, gritando: "¡ViVa el glorioso saqueo!". Tres días dilató éste, el 14, 15 y 16 de septiembre. Uno de es– tos días terribles, los soldados obligaron al desgracia– do Parrilla a salir de su celda para que lo asesinara el centinela, como así lo hizCJ en efecto.

Al otro día intentaron repetir lo mismo con Zava– la y con Chamorro; pero ambos se resistieron enérgi– camente a dejar la prisión, y aún así no se hubieran salvado, a no ser por la generosa intervención del cabo Sebastián Rugama, quíen Se opuso a que Se consumara el odioso atentado.

El año siguiente hubo otro desorden en Nicara– gua. Era Comandante de Armas en León el Coronel José Zepeda, y en Granada desempeñaba iguales fun– ciones, con puño de hierro, el Coronel Cándido Flores. Herrera había terminado sus funciones y ahora era Jefe del Estado José Núñez; pero el Coronel Flores que aspiraba a la Jefatura Suprema, y era rival de Ze– peda, no quedó conforme y se lavantó en armas en Chocoyos que también se llamaba Metapa. Núñez re– primió con vigor la sublevación; Flores llegó derrota– do a Granada, y siendo incapaz de organizar alli una resistencia, huyó con sus amigos. Viendo los soldados que la población quedaba sin autoridad, resolvieron organizar otro "glorioso saqueo", como el del año an– terior, pero esta vez sólo de algunas casas de los ex– tranjeros. El Dr. Dribon improvisó una defensa con varios de sus connacionales, y después de haber lucha– do toda la noche repelieron a los asaltantes, haciéndo– les algunos heridos.

Hubo varios fusilados en Granada: los hermanos Roque y Ambrosio Souza, Manuel y Francisco Orozco.

2. LA CAUSA DEL DESORDEN

De aquella prisión salió Fruto Chamarra decidido a no continuar indlierente ante los trastornos de la patria; puesto que debía vivir en Nicaragua donde ya tenía resuelto formar su hogar, y no pudiendo hacerlo en constante peligro, decidió aplicarse a arreglar el Es-

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tado como había arreglado la fortuna privada de su familia, salvándola de la completa ruina.

La ideología política de Fruto Chamarra empezó a plasmarse entonces, estudiando en el terreno y en la presencia de los hechos lo que hacía falta para la buena marcha de estos países. El comparaba el orden de la

colonia, un poco estático si se quiere, con la anarquía que antes había visto en Guatemala y contemplaba ahora en Nicaragua. Y encontraba que la causa prin– cipal de los desórdenes en Centro Amérka era la nu– lificación de la primera autúridad, como una reacción contra el poder absoluto de los reyes; la triple sobera– nía de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, lo que es distinto a la independencia de los mismos. entre sí; y a veces la preponderancia del Legislativo, proclive a la peor especie de dictadura como es la de una comunidad por su oarácter de impersonal; todo

es~o eran gé~menes de disenciones y competencias, lo mIsmo en NICaragua qUe en Guatemala, lo mismo en El Salvador que en Honduras.

Fruto Chamarra pensó desde entonces que era pre· ciso meter el orden, poner freno a las facciones y ad· ministrar con método, pure:z¡a y economía el tesoro na– cional, y que para esto era indispensable un gobierno. fuerte, centralista, cuyo fundamento social estribara sólo en la virtud y en el talento.

La palabra "conservador" no se conoda entonces; en Centro América, y menos en Nicaragua. En Gua– temala llamaban "serviles" '1 los que no eran liberales. exaltados; sólo se hablaba entonces de "hombres li–

bres", de instituciones liberales, entendiéndose por ellas una libertad sin cortapisas, de hacerlo todo sin los limites del derecho ajeno. Fácil es comprender que este modo de pensar y de obrar nos llevara en ocasiones a la anarquía, nos mantuviera siempre en la intranquilidad, que contribuyera a disolver a Centro. América, y a que en los más de los Estados se opera– se una reacción que en muchos oasos culminó en el más crudo despotismo.

Cuando estas ideas de orden fueron conocidas de los amigos de F'ruto Chamarra, comenzaron a consi– derarlo como una esperanza, como un remedio a tan– tos males, y se fijaron en él para llevarlo a puestos electivos, pues comprendían que hombres de ese tem– ple eran los que necesitaban estos pueblos tan zaran– deados por la montonera y la anarquía.

3. FRUTO CHAMORRO DIPUTADO y SENADOR

Algunos escritores notan que desde que F'ruto Cha– marra entró a la vida pública dio muestras de aquel valor personal y cívico que fue desde entonces una de sus características más señaladas.

El año 1836 fUe electo diputado para la Asamblea Ordinaria del Estado, y desde luego puso todo su em– peño desde ese puesto para crear una Junta Promoto– ra de Instrucción Pública en el Departamento de Gra– nada. Dice el Lic. Francisco Barberena que para conseguir la ley que la establecía, hubo de salvar mu– chas dificultades y embarazos que le oponía el "fatal localismo" que dividía las dos ciudades más impor– tantes del Estado. Algún tiempo después el Diputado. Chamarra logró también la creación de la Universi– dad Oriental. Este empuje por la enseñanza contri. buyó mucho al desarrollo intelectual del país, y parti– cularmente la Universidad que unos diez y ocho años' después, exhibía ya sus frutos, que eran hombres for– mados en sus aulas. Comprendía Chamoro -comenta otro escritor- que la ilustración es la base del pro– greso social, y que lo que ha mejorado a Europa no es, tanto la naturaleza de sus gobiernos Como la cultura de las inteligencias. Por eso, Fruto Chamarra se fija– ba antes en el talento y la ilustraoión que en cualquie– ra otra condición para llamar a sus colaboradores. No creyó Fruto que su obra en instrucción públi– ca estaba completa con sólo la creación de aquellas dos: centros de cultura, y por eso aceptó ser miembro de la.

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