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cipios que profesaba Centro América, y además no podía faltar a lo pactado en Chinandega ya ratificado por su Po– derLegislativo.

Así pues, cuando El Salvador y Honduras invitaron oficialmente a Guatemala para que se adhiriera al pacto de Chinandega, la Asamblea estimaba que lo único posi– ble era establecer un Consejo Supremo de Delegados, encargado de las relaciones exteriores, y con ciertas atri– buciones para arreglar el crédito público.

El gobierno de Honduras, presidido por el Gral. Francisco Ferrera, uno de los confederados, opuso tam– bién dificultades, precursoras del rompimiento que luego efectuaría sin disimulos. Nicaragua le reclamó por los fuertes reclutamientos que estaban efecutando en Cholu– teca y lugares aledaños. Replicó Honduras que no in– tentaba "profanar" el territorio nicaragüense, sino pre– veer a la seguridad del que tenía a su cargo, dando a en– tender que temía a los emigrados hondureños refugiados en ~icaragua. .

Eil marzó, antes que se inaugurara la Confedera– ción, el belicoso pueblo de Texiguat y otros lugares de Honduras se sublevaron contra el gobierno del Gral. Fe– rrara por haberse reelegido, mal congénito de Centro A– mérica que produce siemper trastornos. Ferrrea culpó al gobierno de Nicaragua de complicidad con los rebeldes, y esta fue una de las causas del fracaso del pacto de Chi– nandega.

4. FRUTO CHAMORRO, SUPREMO

DELEGADO.

Sucedió entonces, como acontecería diez años des~

pués en otro esfuerzo unionista, que el puesto de Dele– gado no era nada apetecido. En Nicaragua fueron de– signados para ese destino el Z2 de mayo de 1843, Juan José Zavala propietario y Fruto Chamorro suplente. Za– vala renundó y en su lugar fue nombrado el Lic. Pablo Buitrago. Este no asistió a la apertura de la Confedera– ción, pero sí Fruto Chamarra, pues como escribe su her– mano Dionisio al referirsa a esta ocasión, aceptó sin va– cilar, "porque tenía fé en el porvenir del país, y porque profesaba la máxima de de que el hombre se debe todo a su patria".

A causa de tan diversos contratiempos, ~ue necesa– rio que pasaran casi dos años para que se pudiera insta– lar la Confederación de los tres Estados en el lugar con– venido. El 29 de marzo de 1933 se reunieron en la ciu– dad de San Vicente, Estado de El Salvador, Juan Lindo, Delegado por Honduras, José María Cornejo, Delegado por El Salvador y Fruto Chamorro~ Delegado por Nicaragua. Lindo fué electo provisionalmente Supremo Delegado pa– ra llenar la vacante de Anto~io José Cañas, quien había fallecido el mes anterior, sin haber ejercido prácticamen– te sus funciones. Luego se procedió a echar suertes para elegir al Supremo Delegado en propiedad, como lo dispo– nía el artículo 20 del pacto, y salió designado Fruto Cha– morro.

Inmediatamente prestó juramento; pero habiendo quedado sólo dos vocales, el Consejo no se integró enton– ces, sino después, con Juan Lindo como Presidente. El ex Jefe hondureño Justo José Herrera (hermano de Dio– nisio) fué escogido para Secretario. El nuevo Supremo Delegado nombró ministro de la única cartera de la Con– federación al Lic. Manuel Aguilar, y Jefe de Sección (Ofi– cial Mayor), a Rafael Miranda.

El gobierno salvadoreño puso a disposición del Su– premo Delegado 50 hombres armados por cuenta del Es–

tado para su Guardia de Honor. Peor aquel funcionario, al mismo tiempo que manifestaba su aprecio por tal dis– tinción, se negaba a admitirla, porqUe correspondía al Consejo Consultivo autorizar el gasto, y no lo habia' he– cho, y de este modo gravitaría exclusivamente sobre el Estado de El Salvador esta carga, "lo que sería una des– igualdad que no cabe en mis principios" -decía Fruto ebamorro-; y concluía, rogando que "hoy mismo" se di– solviera el piquete, dejando sólo dos ordenanzas, uno para

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el despacho del Consejo y otro del Ministerio.

Se dió cuenta a los demás Estados de haber que– dado instalada la Confederación. El Salvador y Nicara– gua recibieron con regocijo la noticia; pero no asi los otros, ni aun Honduras que formaba parte de aquélla; pues el Presidente Ferrera dio a comprender que Honou– ras se habia comprometido engañosamente en el pacto de unión nacional; aunque poco después, el 15 de mayo, El Redactor Oficial de Honduras publicó un articulo elogio– so y optimista sobre el suceso.

Cosita Rica contestó que se adheriría al pacto de Chinandega, siempre que se le hicieran algunas reformas que indicaba; mas como nunca se llevaron a efecto, la ad. hesión de Costa Rica quedó en nada.

Guatemala declaró categóricamente que no a.cepta· ba el pacto, y lo combatió, oponiéndole razones de conve~

niencia. Decía que el pacto adolecía de los mismos de– fectos que la Constitución de 1824, desde luego que esta– bleCÍa dos autoridades iguales, ambas con medios para chocar, lo cual tendría que acontecer como en 1826. Re– petía las viejas objeciones al sistema, de que Centro Amé– rica carecía de hombres preparados para renovaciones tan frecuentes; los Estados no contaban con rentas bastantes para mantenerse a sí mismos, menos para sufragar 10sI gas– tos de un gobierno general. Seguía una crítica de ar– tículo por artículo, algunas muy acertadas.

Se ve, pues, que Fruto Chamorro tendra muchas dificultades que vencer para consolidar la unión, sin con– tar con otros más graves que se le cruzarían en el camino. Comenzó entonces a palpar cuán poca sinceridad había de parte de los gobernantes y sobre todo de los militares en restablecer la uni6n política de los Estados bajo cual– quier forma o sistema, que implicase disminución del po– der personal de ellos.

5. GUATEMALA HACE LA GUERRA.

El Gral. Rafael Carrera, Comandante de las Armas de Guatemala, no veía con buenos ojos la Confederación que ya parecía un hecho real; y no habiendo podido im–

pedirla por medios diplomáticos, decidió recurrir a la per– turbación armada antes que dejarla echar sólidás raíces.

El 25 de abril El Salvador denunció al Gobierno de Guatemala, presidido por Mariano Rivera' Paz, que el ex– Presidente de Centro América, Gral. Manuel José Arce, intentaba invadir su territorio con armas y pertrechos que le había suministrado el Gral. Carrera.

El 27 se anunció que Arce había llegado hasta Ati– quizaya, y soliviantaba a los pueblos para que desconocie– ran al gobierno del Gral. Francisco Malespín y le hicie– ran la guerra.

El Presidente S181vadoreño tomó el mando del ejér– cito y lanzó una proclama a sus soldados.

El Supremo Delegado Fruto Chamorro, quien había sido advertido de todo esto por el Gobierno de El Salva– dor, toma cartas en el asunto con miras a evitar el con– flicto. El primero de mayo dirige dos notas, una al Go– bierno de Guatemala y otra al de El Salvador. Ambas están en un tono distinto y apropiado a la situación de cada Estado en el conflicto. Ellas dan idea exacta del personaje, de sus condiciones morales y del tacto y jus– ticia con que manejaba asuntos tan delicados.

Fruto Chamorro presenta a Guatemala una Confe– deración plena de intenciones pacifistas, con propósitos de lograr la felicidad de los Qentroamericanos; inició sus tra– bajos con providencias Que contribuirían a conservar y estrechar las relaciones de los Estados que aún no esta– ban representados en la Confederaci6n. y por eso era muy penoso que, cuando Nicaragua denunciaba las pre– tensiones inglesas de ysurpar San Juan del Norte, cuando el Supremo Delegado meditaba un arreglo tan indispen– sable a la vida de la Confederación, be aquí que Guate– mala lanzaba a Arce armado contra El Salvador, uno de los confederados. El Supremo Delegado se resistía a creer semejante acción, tan contraria al buen nombre de Guatemala y a los intereses de ambos Estados; pero des-

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