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10. COMIENZA LA GUERRA DE MALESPIN

Así estaban las cosas cuando, el 5 de septiem-el Gral. José Trinidad Cábañas y. el Coronel I?ro– bre, ieron un levantamiento en San Miguel con obJeto

~eovdeponer a Malespín; pero fracasaron y huyeron ~l

Estado de Nicaragua, donde Casto Fonseca les dlÓ asilo. 1 . h b' 'd Aunque es seguro que Ma espm se u lera Ulll o Ferrera para derrocar a Casto Fonseca y de paso aca– ; r con la Confederación que estaba resultando más

'~cómoda de lo previsto; s~n embargo, aprovE;chó la

~portunidad que le proporcIonaba su adversario ~a~~

fundar su agresión en un pretextl? .razonable. EXlglO a Nicaragua la entrega de los fugitivos, y como se le negara le declaró la guerra. :Ih Gral José Trinidad Muñoz se había trasladado a Chinameca Departamento de San Miguel, y a fines de octubre s~ ocupaba allí en reclutar gente y en. or– ganizar el ejército que Malespín traería sobre Nica-ragua. b 1 . .

Por su parte, Casto Fonseca apura a a paCIenCia de Malespín Y de Herrera, emprendiendo desoarada– mente su plan de conquista. En efecto, dio al Gral Cabañas un ejército de nicaragüenses, con el cual aquel General hondureño invadió a Honduras para fracasar en Nacaome, donde los Generales Ferrera, Guardiola y Morales lo derrotaron completamente el 24 de oc-tubre. . .

El 25 del mismo mes Malespm depOSitó la Pre– sidencia de El Salvador en el Vice-Presidente don Joa– quín Eufracio Guzmán, y se puso a la cabeza del ejér– cito. Pero antes de marchar, el 7 de noviembre, se entrevistó con Ferrera, en el pueblo El Sauce del De– partamento de La Unión. Cop,vinieron ambos Presi– dentes que Malespín sería el General en Jefe del lla– mado Ejército Protector de la Paz que estaba listo para invadir a Nicaragua.

Malespín regresó a El Salvador, y del puerto de La Unión se embarcó con su tropa hacia las costas de Honduras. En Nacaome distribuyó los mandos entre el General hondureño Santos Guardiola, el nicaragüense José Trinidad Muñoz y el salvadoreño Nicolás Espino– sa. El 16 de noviembre desde Nacaome emprendió la marcha hacia Nicaragua.

No vamos a seguir esta expedición que tantas lágrimas y dolores costó a Nicaragua, porque no en– caja en nuestro plan; pero cúmplenos informar de la actitud de Fruto Chamorro desde su puesto de Supre– mo Delegado para detener aquella innecesaria y desas– trosa guerra que se hacía a su querida patria.

11. NO HAY SUCESOR

Desde que las relaciones entre los tres Estados confederados se pusieron mal, sospechando Fruto Cha– morro que eso traería la ruina de la Confederación, hizo un esfuerzo para salvarla. El Consejo y él se di– rigieron a los gobiernos de Honduras y El Salvador, proponiéndoles los tres siguientes puntos: "19 Hacer que concurran al Consejo lo'> representantes propieta– rios de Nicaragua, Costa Rica y los suplentes de El Salvador y Honduras para que todo el Consejo, siendo nuevo, obtenga la confianza de los Estados; 2Q Que . el Supremo Delegado nombre comisionados cerca de los gobiernos de los Estados para que manifiesten las ideas que han animado a los actuales representantes,

y 3<;> Que quede formado el registro oon que, confor– me al pacto, debe darse cuenta a las primeras legis– laturas".

El Salvador contestó desde Chinameca el 14 de octubre, es decir, cuando ya estaba dando los últimos pasos para la guerra contra Nicaragua, diciendo que se violaba el pacto por el hecho de estar insinuando la Confederación que se confiase la representación del Estado en primer lugar a los que él había puesto en segundo. Pero la siguiente razón de su negativa es una alusión al perjuicio que se tenía contra la Confe-

derac,ión: '~Con respecto a enviados, como el gobier– no de El Salvador se halla cerca del Confedera!, está al cabo de la conducta de los representantes, y éstos saben también en lo que estima sus opiniones y sus pasos".

Otro asunto que' venia ocupando la atención y actividad del Consejo y del Supremo Delegado, era la guerra que se preparaba contra Nicaragua. Desde el 24 de septiembre Fruto Chamorro había propuesto al Con– sejo de la Confederación nombrar un comisionado de Nicaragua y otro de Honduras, personas de probidad reconocida, quienes a nombre de la Confederación pro– moverían el restablecimiento de la paz entre los Esta– dos, por cuantos medios fuesen posibles, de acuerdo con los gobiernos y con los jefes de las fuerzas be– ligerantes.

Por de pronto no se hizo nada, sin duda porque aún no había llegado la crisis al PUlltO de convertirse en un conflicto armado entre los Estados.

Pero el 5 de noviembre, cuando ya no cabían du– das acerca de la inminente invasión a Nicaragua, el Consejo Consultivo de la Confederación, en acuerdo con el Supremo Delegado, envió una nota al gobierno del Gral. Malespín en un postrero y desesperado esfuerzo por evitar aquella locura.

Ni el Consejo ni el Supremo Director -dice aque– lla nota- pueden permanec.er tranquilos con fría ex– pectación ante tantas y tan graves desgracias como se suceden a su vista; el deber los llama a evitar los ho– rrorosos males que amenazan a los Estados confedera– dos, ya que les ha sido imposible salvarlos de los hastq ahora ocurridos, lamentando ver frustrado el primor– dial objeto de su instituto: "la conservación de la paz y la unión de los mismos Estados". Por muy pesi– mistas que se encuentren, creen necesario hacer un es– fuerzo para lograr "el momento oportuno de un aveni– miento equitatitvo que frustre las calamidades de una guerra fratricida, en la que está comprometida la re– putac.ión de las autoridades confederales y la respon-sabilidad de sus funcibnarios". .

El Supremo Delegado, poniendo en ejecución lo consultado' al Consejo el 24 de septiembre, "deseoso de calmar las turbulencias que agitan a los Estados de Nicaragua, Honduras, y El Salvador, destruyendo sus habitantes, paralizando su comercio y causándoles to– dos los males consiguientes a una guerra, y a una gue– rra fratricida como en la que desgrraciadamente se empeñan", nombró ante el gobierno de El Salvador, al Magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Lio. An– selmo PaÍ71; ante el de Nicaragua, al Pbro. Pedro Solís, y ante el de Honduras, al Obispo del mismo Estado, Ilmo. Francisco Campoy, y en su defecto, al Provisor y Vicario General, Sr. HipóHto Flores. Cada comisio– nado que representaría a la Confederación era un ciu– dadano distinguido del Estado ante que estaba acre– ditado, para alejar desconfianzas.

Pero ya Malespín estaba poseído del mal espíritu que no lo dejó, como suele suceder- en estos casos, hasta caer él mismo bajo la cuchilla vengadora de tantos de– safueros y asesinatos como perpetró en aquella estúpida guerra, obra de su ambición y su soberbia.

Contestó, pues, por medio de su Ministro José A.

Jiménez que El Salvador había hecho todo lo posible para tra~r a razón al de Nicaragua, pero que hasta ah?– ra no Se había conseguido ni satisfacciones ni segun– dades de que no se repetirían las agresiones; que aun– que ya era tarde (?) para que produjer~ efecto la me– didadictada por el Supremo Delegado, sm embarg?, rr

le opondría obstáculo su gobierno; "y que, con el fm de que se forme opinión en :ravar de ella, e influya en lo ánimos, ha dispuesto se imprima y circule".

Guatemala también ofreció a Honduras sus bue– nos oficios de mediador el 31 de octubre. Pero la ~on­

testación de Honduras' muy atrasada, el 29 de noviem– bre lo cual supone q~e' ocultó sus designios hasta que la guerra estuvo empeñada. fué en t~rminos que no dudamos calificar de groseros, muy aJenos de lo que

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