Page 70 - RC_1968_04_N91

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gan za de injurias fantásticas: "Destruir totalmente al p"rtido moderado, esquilmarlo a lo comunista".

C'

La chusma escogió el 3 de diciembre, dia de la elec– ción de los Alcaldes, para llevar a cabo su siniestro olan Con el Prefecto Selva a la cabeza, Se reanuda–

~'on ias amenazas de sangre, de saqueos, de mil horro– res Los moderados, dejando otra vez libre el campo

ele~toral a los facoiosos, descansaban confiados en sus moradas. , . . ¡Más cuan cercano estaba el momento terrible! Eran las diez de la mañana cuando comenzaron a oirse gritos y rugidos de la multitud congregada para el asalto en la Municipalidad. La masa de asaltantes acometió por las ~o~ bocacal~E:'~ do~de e~t~ba la casa de Sáenz, primera .v~c~lma prOpICIatona e?glda.. Una llu– via de piedras lmCla ~a asonada,. a.l mIsmo tIempo que los dueños de la casa CIerran preclpltadament~ puertas y ventanas, dando ap~nas lugar a que serefuglen en ella los transeúntes ocasIOnales. Contra las puertas y ven– tanas dan las piedras y los machetes, con lo que pronto quedan rotas y dejan franco paso a la multitud desen– frenada. Buscan a Sáenz, el culpable de haber rep:si– mido la sedición de San Jorge; pero como no dan con el, ensañan su furor en su madre y su ,hermana; las apa– lean las hieren en el rostro; despues toca el turno a

Lor~nz'O su hermano, y allí mismo acuchillan al joven impedid'o Ortiz. Una niña de seis años sobrina. de Sáenz suplica piedad de rodillas; la atropellan, y SI no matan a la otra menor de cuatro años, es porque la no– driza con abnegación, se interpone y redbe el golpe fa– tal q~e la derriba. Los refugiados que intentan esca– par saltando las tapias, son acosados a pedradas o reci– bid¿s al otro lado con puñaladas. Jerónimo Leal que– da muerto de una estocada. Sáenz está en un rincón herido impotente de socorrer a los suyos. Pero llegan un ofi~ial de apellido Jerez y el Capitán Martinez, quie– nes con dificultad se imponen a la turba, sacan de la casa a la familia Sáenz, la depositan en la de Juan José Ruiz y se le pone custodia.

Pero Selva no estaba contento con este desenlac·e. El la primera autoridad, obligado a dar garantías, pa– saba por la casa de Ruiz, gritando a sus secuaces: -¡Muchachos, hasta acabar con los tímbucos! Las casas de Patricio Rivas y de Antonio Mayrena, iueron también saqueadas, si bien no se atentó contra sus propietarios; y cuando la chusma Se vio desalojada por los veteranos de la morada de Sáenz, rugió: ¡Abajo las puertas de Nicolás Piñán; muerte a Pi– ñán!

La noche impuso una tregua; pero al día siguiente se presentó de nuevo la facción, pidiendo que se retira– ra de la casa de Ruiz la guardia que garantizaba a la fa– milia de Sáenz. El Prefecto Selva falla:

-La voz del pueblo es respetable; así lo quiere, hágase su soberana voluntad.

Sáenz tiene que huir a Costa Rica, y Ruiz, un hom– bre que no participaba en la política, cae en desgracia del "pueblo soberano" y acaba saliendo emigrado él también, a juntarse con su protegido.

La facción recorre las calles de Rivas, pidiendo ca– bezas, armas y violaciones de moradas; exige que se ponga en libertad a varios reos procesados por los tri– bunales ordinarios, y el Prefecto Selva le da gusto; y en su presencia las turbas saguean las casas de Pineda. Ruiz, de los Lacayos y de otros. Las autoridades han quedado reducidas a la impotencia; han alentado el des– borde y ahora no pueden contenerlo. Aún el mismo Sel– va quiere alejarlos, pero entonces ellos le responden: -¡Cúmplanos lo prometido, y si no, jamás nos re– tiraremos!

Lo que reclamaban, comentaba Sáenz, era la pro– mesa del "comunismo de la propiedad".

. El 1 Q de abril de 1849, tomó posesión de la Direc– CIón del Estado el Lío. Norberto Ramirez, cuyos prime– ros pasos fueron para restablecer el orden, y a ese efec– to decretó amnistía, y al mismo tiempo declaró disuelta la Asamblea Constituyente que sólo habia reces3do de hecho, porque el deseo de r¿forma había provocado el

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malestar estimulado por el gobierno a quien no conve– nía la derrota de~ militarismo que llevaba consigo el traslado de la capItal a Managua. Pero el mal estaba tan hondo que no lo pudo dominar hasta mediados del añ? En León mismo s~ sintieron los efectos de la anal– qUla, pues el 16 de abnl hubo un fracasado intento de

apod~rarse del Cuartel Principal de la ciudad, en conni– venCIa con el golpe que Se preparaba contra Rivas . Los prot~g~:mistas de este. conato, eran gent~ anó– mma. Un mUSlCO llamado Lms Busto y un tal Raimun– do Martinez, alias Chapulín eran instigadores. Por fue– ra ayudaría un tal Calabaza. Sedujeron a dos sold3dos

p~r~ que lpataran al Capitán Durand y al Teniente Felix Ramlrez, pero las armas no hicieron fuego. Los su):>levados huyeron, se les capturó y luego de un Con– seJO de Guerra, fueron fusilados.

, Este episodio, por muy vulgar que parezca, era un smtoma grave, y de haber disparado los fusiles del s01–

d~do Quesada, de Bustos y de Chapulin, acaso se hu– bIera repetido 1!1 tragedia del 25 de enero de 1837, en que fueron as~smados el Jefe Zepeda y compañeros. Por este tIempo se le estaban volviendo las tornas al Gen~r~l Muñoz, ~ es muy posible que detrás de aque–

llo~ anomm?s que mtentaron apocierarse del cuartel de Lean, estuvIeron personas de alto copete, conectadas contra el General con los demagogos de San Jorge. _Las carta~ del Capitán Fermín Martínez al General

M~noz no deJan lugar a dudas a este respecto. Unos se.nores ~efer, Rojas y Teodoro Granados, llegados .a RlVas a f~nes de marzo, reunieron al pueblo una noche y le manifestaro~ qu~ ~l General Muñoz "er<1 un opre–

so~ ~ todas las .dlsposICIOnes del gobierno y que quería engIrse en un tIrano, y agarrarse todos los poderes para gobernar al. Estado a su antojo, o militarmente; y que era n~cesarIo que este Departamento (el Meridional) se umese con los pueblo,s de Managua, Masaya, Jinote– pe, mucha parte de Lean y Granada para quitarle el mando de las armas". "

Agreg~ Martínez, que estas voces habían tenido al– guna ~coglda entre la generalidad del pueblo. Un señor FranCISco Montes le informó que el General Muñoz "es– taba en el petate", reducido a defenderse en el cuartel y que querrero y Salinas tenían gran partido, y er~

ellos qmenes procuraban derrocar a Muñoz.

Parece que los señores arriba mencionados eran a–

gentes de Guerrero, Salinas, Souza y Rosales, y traían encarg? de entenderse con Bernabé Somoza para que se pl;lslera al frente de, la sublevación. En efecto, en la mIsma carta de Martmez leemos que lo visitaron al– gunas personas; más lo que llamó sobre todo la atención

cl: e Ma.rtínez fue que también llegaron a ver al revolu– CIOnarlO el Prefe.cto Selva, e~ <;omandante Legionario, d<;mde lo obsequ,Iaron con mUSlca y paseos, echándole vlv3;s y proclamandole general. Advertía Martínez que corna el rumor de que Somoza volvería el 23 de abril con pretexto de asistir a la fiesta de San Jorge pero en realidad para "asaltar las armas que tengo el 'honor de mandar a custodiar en este Departamento". Se de– cía que también en Granada podría ocurrir 'Un levanta– miento contra el General Muñoz.

En otra carta que Martínez dirige al Ministro de la Guerra le participa que hay trabajos para desacreditar la administración del Lic. Norberto Ramírez, "comen– zando por inh'oducir contra el General Muñoz la más cruda odiosidad", como 10 demostraban las reuniones populares en que "se echaban mueras al expresado se– ñor General y vivas a Bernabé Somoz'l".

El Prefecto Selva trató de lavarse las manos, afir– mando que ni siquiera conocía a Somoza; pero, ya lo vi– mos, lo desmiente el informe del Capitán MartíUf~z,

quien dice que Selva visitó al revolucionArio cuando és– te llegó por primera vez a S"n Jorge. En su mensaje al Ejecutivo, admite Selva Que Somoza andaba "con fines no muy laudables" y hasta se temía un asalto de las armas; pero que,. aunque esto lo sabía de buena tinta y algunas personas le pidieron que lo persiguie– ra. se excusó de hacerlo so pretexto de carecer las auto– ridades de "documentos en que apoyar sus providen-

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