Page 77 - RC_1968_04_N91

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Castellón, en su carta del 7 de septiembre: "Dos espí– ritus comienzan aquí a agitarse con la próxima elec– ción para Director del Estado, y se presenta como candidato a don Fruto Chamorro, don Laureano Pi– neda, nuestro amigo Montenegro y yo. Los dos prime– ros sujetos, con preferencia el segundo, son acreedo– res al sufragio popular, y acaso saldrá uno de los dos. El Ministerio trabaja junto con el Gral. Muñoz por el Minsitro de la Guerra don Pablo Buitrago, sujeto de quien dí a Ud. varios informes. Esta candi– datura la resisten todos, menos los militares. Ud. juz– gue lo que puede suceder, si se empeña una cues– tión a este respecto".

3. PINEDA No" QUERIA IR A LEON

Las elecciones no dieron mayoría absoluta para ninguno de los candidatos. Entre los que obtuvieron más votos, los dos, José Sacasa y Laureano rineda, el Congreso escogió a éste último por unanimIdad, y lo declaró electo en decreto del 14 de marzo de 1851 p~­

1'a Director Supremo en' el período del 19 de abrIl de 1851 al 19 de abril de 1853.

Pineda se resistía a aceptar el cargo, pretextan– do insuficiencia, pero en realidad porque comprendía que se le opondrían obstáculos. El había sido del par– tido timbuco y padecido persecución de las calandra– caso Obtuvo votos porque el Director Ramírez dejó que el pueblo y sus representantes escogieran libre– mente a quien debía súcederle.

Pineda no tomó posesión del Poder Ejecutivo inmediatamente; mientras tanto, 10 desempeñaba el Senador Lic. Justo Abaúnza. El nuevo Director no se resolvía a instalar su gobierno en León; parecía que intentaba quedarse de fijo en Managua, 10 cual no Só–

]0 estaba en sus facultades sino también en sus debe– res, ya que al artículo .136 de la Constitución vigent~

prohibía al Director separarse del lugar donde reSI– dían las Cámaras sin permiso de éstas.

Además, Pineda no tenía buenos recuerdos de León. En las cárceles de esta ciudad había sido asesi– nado su padre Pedro Benito Pineda, junto con Miguel de la Quadra, cuando fueron llevados allá presos, el primero como Consejero encargado del Poder Eje– cutivo y el segundo como su Ministro del régimen que se oponía a Juan Argüello (febrero de 1827). Los peli– gros que allá rodeaban a los gobernantes, aunque fue– en leoneses y del Partido Liberal, eran mayores para un oriental y del partido adversario. Fresco estaba el caso del Jefe del Estado Coronel José Zepeda y compañeros de gobierno. quien.es fueron vilmente ase– sinados el 25 de Enero de 1837 en una sublevación del cuartel. Y más recientes aún estaban las "panteone– ñas", la intentona frustrada del 16 de abril de 1849 y el asalto a la plaza del 2 de Enero de 1850, revolu– ción que aunque sólo duró una hora, dejó tres muer– tos. dos asaltantes y el ilustre Magistrado Morales" defensor del gobierno legítimo.

El carácter levantisco del pueblo leonés 10 des– cribe así el Obispo Viteri y Ungo en carta al Pbro. Agustín Vigil (13.1.1852): "En general este es pueblo dócil aunque inmoral e indolente, porque los manda– tarios y los Licenciados y 19s propietarios, de miedo les han dejado hacer todo 10 que quieren y no hay justicia. ni se castiga el crimen. Sólo el temor reli· gioso obra en las masas; en los rábulas y revoltosos sólo las balas los aterran".

Estando Pineda segU1;:O de que sería electo, y previendo cualquier desgracía. arregló sus asuntos es– pirituales y temporales. Otorgó su último testamento en Rivas a 2 de Abril de 1851. En él se declaraba caté– lico, apostólico y romano.

En un principio rehusó aceptar, alegando incom-

petencia; pero él mismo nos refiere que su humilde voz "fue desoída y confundida con un llamamiento más expreso". Así, pues, el 5 de mayo tomó posesión del cargo. Su discurso inaugural es hermoso, pleno de buenas intenciones y de un elevado programa. De– muestra tener un concepto cabal del buen gobierno. El progreso de Nicaragua requiere paz, pero ésta es imposible sin leyes justas y sinceras relaciones con el exterior, "la justicia no puede reinar en donde no existe la libertad'.; la tolerancia política de los funcio– narios moraliza las ideas en una discusión tranquila por la imprenta, "ese Argos de los derechos públi– cos y privados". Pineda prometía fielmente este pro– grama; él 10 acababa de jurar así "ante Dios y de verdad", ante los representantes y ante el pueblo que le escuchaba.

El Presidente del Congreso Lic. José María Es– trada, en su contestación, profetizó que la nueva admi– nistración sería "de libertad y orden; de moderación y

filantropía, de principios y progreso".

4 PINEDA CONTRA EL MILITARISMO

Sabemos por el Lic. Barberena que Fruto Cha– morro fue llamado por Pineda a la Cartera de Guerra y que él aceptó inmediatamente, porque conocía e~

pensamiento del nuevo Director de destruir la prepon– elerancia del militarismo. En Rivas, Chamarra decla– ró al viajero y escritor alemán Julio Froebel, que "la influencia del Gral. Muñoz terminaría en breve". El Director por su parte sabía perfectamente que su& ideas coincidían con las de Fruto Chamarra, y apre– ciaba su energía y valor para llevar al cabo cualquier resolución una vez tomada.

El 16 de mayo de 1851 Chamorro tomó posesión del Ministerio de la Guerra y le quedaron anexados el de Relaciones Exteriores y el de la Gobernación que hasta el día antes desempeñaba el Lic. Ramón Jarquín. El Lic. Francisco Castellón fUe nombrado Ministro de Relaciones ExteI'iores y de la Goberna– ción; pero el primer decreto que encontramos con su firma es el del 21 de Junio. El 23 aparece Chamorro firmando como Ministro interir.o de Hacienda. Fuera de Chamorro y Castellón, ninguna otra firma hallamos en los decretos legislativos, hasta después de la se– paración de Fruto Chamorro, a quien sustituyó el Co– ronel leonés Francisco Díaz Zapata.

Instistimos en estos detalles porque será preci– so a fin de comprender que la acción para destruir el militarismo de Muñoz fue obra de Fruto Chamorro, y

cómo esa obra quedó en peligro luego que él se re– tiró del Ministerio, obligado por intrigas de los que preparaban el golpe contra Pineda. (1).

Inmediatamente que Muñoz se dio cuenta de la política del nuevo Director, que aun permanecía en Managua, comenzó a conspirar para estorbarla y des– pués para derrocar al gobierno.

El primer paso de su hostilidad consistió en a– menazar con su retiro de la Comandancia de las Ar– mas. En nota del 8 de junio notificó al Ministro de ]a Guerra Fruto Chamorro que dejaría el servicio, por que el Jefe de las Armas se hallaba en la triste si– tuación de mandar un ejército desorganizado, sin ha– cienda, sin reglamentación competente, falto de ]a de– bida regularidad en el ramo de justicia, esencial pa– ra conservar la disciplina. Concluía Muñoz rogando al Ministro que se le aceptara la renuncia.

Fruto Chamorro contestó poniendo en ejecu– ción su plan de reducir el militarismo a su esfera mopia de acción. El 17 de junio promulgó un decreto legislativo, cuyos puntos principales eran: declarar sin valor los reglamentos militares del 6 de febrero de

1860, redactados por Muñoz; crear cuatro batallones

(1) En mi obra "Don Sofo~ía.s Salvatierra y su comental'io polémico", dije por errOl' (pág. 73) que Díaz Zapata fue nODlbrado MInistro de )a Guerra y Fl'Uto Chamorro de Hacienda. Corrijo esto ahora de acuerdo con documentos que he conocido posteriormente,

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