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al Lic. Justo Abaunza, con misión de dictar el regla– mento electoral para la Asamblea Nacional Constitu– yente que había sido convocada desde el 19 de Abril dé 1849 para que se reuniera en León el próximo oc– tubre.

Ostensiblemente Muñoz no aparecía promo– viendo este desorden. Pero en el fondo todo era obra suya. Nadie lo dudó entonces ni después. El artícu– lo 7Q' del acta de pronunciamiento consideraba a Mu– ñoz como el "jefe de todas las fuerzas militares del Estado" y bajo su protección se ponía el plan revo– luciona;io. Se nombró una comisión para que entre– gara el acta en· manos del General, y obligarlo a que se ponga a la cabeza de sus antiguos compañeros de armas y compatriotas".

Al día siguiente se reunió la Municipalidad y

celebró otra acta firmada por personas de lo más dis– tinguido. Considerando que el Estado se hallaba acé– falo acordaron los nombres que hallamos en ese docu– men:to están el del propio Abaúnza, el del Pbro. Pe– dro Solís Vicario General; Julio Jerez, Licdos. Her–

menegild~ Zepeda, José Guerrero y Pablo Buitrago. Muchos de ellos sin duda se vieron envueltos en las circunstancias, pues eran hombres de orden sincera– metne.

Abaunza formó su gabinete. El Pbro. Pedro Sa– lís fue destinado a Relaciones y Gobernación, el General José Trinidad Muñoz a Guerra y además fue nombrado Comandante General de las Armas, ffin que sus viejos pretextos sirvieran ahora para mantenerlo alejado; el Lic. Higinio Matus (nombre nuevo), en Hacienda.

Al mismo tiempo, el 6 de agosto, el gobierno de Pineda en camino al destierro decretó: "Decláranse fac– ciosos y traidores a todos los que han pueSíto sus manos inícuas sobre las armas del Estado pa.ra hollar su sobe– ranía e independencia, el Supremo Poder legal del Go– bierno y todas las leyes de la patria, la noche del 4 del corriente mes, y a todos los que ya hayan prestado o presten su cooperación para que se cometiese o quede impune tan monstruoso atentado". El decreto dicta otras disposiciones para impedir que las autoridades del Es– tado prestaran apoyo al movimiento.

A su vez el Congreso, que acababa de instalarse en Managua, nombró a don José del Montenegro para que presidiera el Estado, mientras Pineda era restablecido. Montenegro residía en Granada donde puso la sanción al decreto y lanzó un manifiesto en que daba. cuenta de los sucesos de León, de la actitud de la Asamblea, que se había trasladado a Granada, y de las demás medidas to– madas para debelar la rebelión. Pocos días después, Montenegro enfermó y fué sustituído en el Poder Eje– cutivo provisional por el Senador José de Jesús Alfaro.

Muñoz comprendió que esto valía tanto como acep– tar el reto; que Fruto Chamorro era el nervio de esta resistencia, y que el asunto tendría que ventilarse en los campos de la muerte. EllO lanzó una proclama. La Providencia -decía él- velaba por "este país privile– giado", pues cuando "las riendas del gobierno estaban botadas en medio de la plaza", había insipirado a la so– ciedad que formase un gobierno provisional. El General declara que había tenido que resignarse a llevar a' cabo el loable programa de la revolución, porque "aquellos que de todos modos han hollado la Constitución, aquellos que han especulado con la autoridad sin mirar nada por el interés público, aquellos que lo confundieron todo, han elevado un estandarte de guerra con los vestigios de la autoridad impotente que les quedó, y han creado en Gra– nada un foco que acaudille y lleve al cabo sus miras anti– patrióticas: en su loco furor tiran el guante, y es en el campo de batalla dond debe resolverse la cuestión .... "

Por otra parte, un impreso de la época nos trasmi– te que los alzados propalaban por escrito y de palabra.s que los granadinos querían hacer la guerra a León para saquearla e incendiarla.

Pineda y Castellón se aplicaron en Honduras a procurarse auxilios para volver a Nicaragua a reconquis-

tal' el poder.. Ca~tellón pone en movimiento su activa pluma. ImprIme mformes, entabla correspondencia in– triga de mil maneras, invoca, en fin, la unidad cent~oa­

mericana en peligro, aunque poco creyera en ella. Al go– bierno -de El Salvador escribe que el cuartelazo de agos– to "defrauda las esperanzas de los centroamericanos de ver restablecida la unión nacional, la armonía y el con– cierto que debe reinar entre los Estados confederados,". .Porque .e!l realidad, el cuartelazo fué un golpe a la umdad polIbca de los tres Estados que suscribieron el pacto de Chinandega de 1849. Las maquinaciones de

l~u?oz contra la ~nión ~l'an muy co??cidas desde 1844, y ultlmamente habla escnto con prolIJIdad contra la idea. Argumentaba que era imposible llevarla a cabo por falta de recursos: económicos de que carecían los Estados aun para sus más perentorias necesidades.

Pineda a su vez, lanza un manifiesto desde Nacao– me (16, VI¡II. 1851), necesario para contrarrestar la pro– paganda de Muñoz en Nicaragua. El Director acusa a éste de muchos desórdenes; de la sublevación de Limay' de que oprimió con descaro irtaudito al Poder Ejecutiv~

en la asonada del 2 de enero de 1847; de su atentado contra la Asamblea Nacional Constituyente el 26 de julio de 1848; de haber disuelto con insubordinación la fuerza pública; de traicionar al gobierno, despechado por la imposibilidad de dominar a los individuos que lo inte– graban. Recuerda Pineda que Muñoz, con su golpe ha entorpecido el programa de su gobierno de reglame~tar

el ejército, ajustándolo a las peculiarigades del país; de curar las heridas que habían dejado las revueltas politi– cas desde la independencia; de realizar la fusión de los partidos, creados por el fatal exclusivismo, "lo que ha querido mantener el Gral. Muñoz para dominar al Go– bierno y al Estado".... "Entonces precisamente es cuando el genio funesto que domina a Nicaragua desde

1845, se arroja descarado sobre lo más sagrado de un pueblo libre, ataca su Constitución, viola sus leyes, ul– traja la primera autoridad, la explsa, y no contento con tantos crímenes se pronuncia contra el Poder Legislativo,

y desconoce' en él la voluntad espontánea de lpueblo para sustituir a esa voluntad soberana la suya, criminal y ti– ránica".

Pineda y Castellón consiguen el apetecido apoyo de Honduras. El 20 de agosto los comisionados nicaragüen– ses y hondureños suscrbien un convenio en que el go– bierno de Honduras sólo reconoce como legítimo el pre– sidido por pineda y se compromete a procurar por todos los medios el restablecimiento de la administración le– gítima depuesta po rel cuartelazo del 4 de agosto.

7.-FRUTO CHAMORRO, GENERAL EN JEFE

Por su parte los orientales también hacían cuan– to estaba en su podres por restaurar a Pineda y el or– den constitucional.

El 6 de agosto el Coronel Fruto Chamorro fue nombrado Comandante General de las Armas para debelar el movimiento; pero él no aceptó este nom– bramiento porque estaba contra sus ideas y los pro– pósitos de su lucha. El Poder Ejecutivo entonces a– sumió la Comandancia por medio del Mmisterio de la Guerra en decreto del día siguiente. Desde en– tonces el Jefe del Poder Ejecutivo y el Comandante General de las Armas fueron una misma persona en Nicaragua. Nombró Ministro de la Guerra al Lic. Bcenaventura Selva quien no aceptó; lo sustituyó con José León Sandoval y como éste renunciara pronto, con Nicasio del Castillo.

El 8, el Coronel Fruto Chamorro fue designado General en Jefe del "Ejército Restaurador del Orden". Esto tenía su razón de ser.•El Comandante General de las Armas era legalmente un igual al Director Su– premo, cuyo nombramiento y reposición tenía que confirmar el Senado; y de hecho, por el abuso, un superior a él. En cambio, como General, en Jefe, :Fruto Chamarra era subordinado, un f\Jncionario temo

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