Page 82 - RC_1968_04_N91

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S.-GESTIONES DE PAZ

Como hemos dicho, Muñoz comprendió que 10 me. jor sería procurar un arreglo pacífico, y así desde un principio favoreció toda gestión en ese sentido.

~ A raiz del cuartelazo, el Obispo Viteri y Ungo envió a su Secretario Julio Jerez con carta de reco– mendación al Cura de' Granada Pbro. Agustín Vijil para procurar un entendimiento antes que se rompie. ran las hostilidades. Pero ese mensaje no tuvo efec.

too

Tres días después, el 13 de agosto, la Representa. ción Nacional, tomó por su cuenta la gestión de paz, pero 10 hizo en una forma poca hábil, sin duda por estar supeditada al gobierno provisional de Abaúnza. Pablo Buitrago, miembro de la Representación Nacional, se dirigió "a los dos partidos contendien. tes", pidiéndoles que sacrificaran algo de sus pre. tensiones en araS de un avenimiento fraternal. Pro– ponía que se erigiera un gobierno que guardara "ar. manía perfecta con la Representación Nacional y un cumplimiento exacto del pacto de 8 de noviembre de

1849, para nodestruir el lazo de unión de los tres Es– tados". Por su parte, la Representación Nacional so– licitaría el apoyo de los Estados para garantizar el convenio que se celebrase "entre las partes conten. dientes".

La Asamblea Legislativa conoció de esta propues– ta y la des'echó, porque, de haberla aceptado, era 10 mismo que menospreciar el principio de legitimidad, es der,ir, desconocerse a sí mismo el gobierno, suicidar– se y dar toda la razón a los que se habían adueñado del poder mediante la traición de militares encarga– dos de su custodia y defensa.

ExaminaremoS' un poco más la contestación de la Asamblea, ponencia de los Secretarios Lic. Fran– cisco Barberena y José Joaquín Quadra, porque ella contiene el motivo que venía dando cuerpo a la lucha de Nicaragua desde los días de la independencia.

En primer lugar, la Asamblea rechazaba la re· comendación de formar un gobierno que estuviese en armonía con la Representación Nacional, porque se– ría aceptar que el de Pineda no lo estaba. yeso era contrario a toda verdad. Esa recomendación sólo podría tener objeto si el militarismo lograba sobrepa. sarse al Gobierno Constitucional, "porque, a la ver– dd. está de manifiesto la actitud hostil de la facción del cuartel de León hacia la Representación Nacional y de consiguiente, hacia la reorganización de la Re– pública".

Asímismo rechazaba la Asamblea que se conside_ rara al gobierno legítimo como un "partido beligeran. te", igualándose a los usurpadores por la traición. Decía a este respecto:

"La cuestión presente, no es una cuestión de par. tidos beligerantes. como externa la honorable Renre. sentación en Sl1 nota citada: un Gobierno legalmen– te constituído. jamás puede considerársele en la acep– ción de partido; la causa que éste sustenta es la cau– sa del orden. de la libertad y del progreso contra la usurpación, la tiranía y el retroceso: es la causa de la civilización y de la moral contra la barbarie y el desenfreno del militarismo".

También estaban de por medio otros intereses: ll'l justicia que se debía a las autoridades ultrajadas, ahora en el destierro; el desagravio del punible desa– cato de los desleales militares, e impedirles que plan. teal'an "sobre la punta de la espada, nuevas bases so– cialeR que .entrañen la dictadura militar".

Luego viene la definición de la legitimidad, doc– trina que justificaba la oposición a las frecuentes mono toneras y facciones que devastaban al país:

"Un Gobierno, pues, que legalmente representa a la sociedad y combate por una tan justa y noble cau. sa, no es ni puede ser nunca acreedor a la denomina-

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clOn de partido. La cultura de la época y la mo– ralidad pública desconocen todo elemento de asimila. ción entre la legitimidad y la usurpación, entre los que gobiernan por la ley y los que quieren apropiar'– se el dominio de al fuerza material, entre el mandata.

r~o y el súbdito rebelde que ha profanado la santidad del juramento y burlado su honor en virtud del cual se le confiara el arma; así es que no puede ser permi. tido ningún paralelo entre la administración que crea. da por la Constitución, reside actualmente en esta ciu_ dad (Granada), y el club revolucionario del cuartel de León; ni el decoro y dignidad de aquélla pueden dejar de resentirse con la igualdad, que entre ambos parece conservar la honorable Representación debi. do sin duda a la falta de libertad que tiene para el desempeño de sus augustas funciones allí donde in– trusa y únicamente domina la facción" .

He allí bien expresado el sentido de la lucha de Nicaragua desde que faltó en Su suelo una auto_ ridad indiscutible: legitimidad contra usurpación, or– den contra montonera; he allí el signo que levanta. ton Sacasa contra Ordóñez, Cerda contra ArgUello Sandoval contra la facción de los coquimbos Ramí: te21 contra la anarquía de 1849, Pineda contra ~l cuar. tel de León comandado por Muñoz; he allí el signo que levantará Fruto Chamarra en 1854, fiel hasta la muerte a la tradición de los buenos contra los dema– gogos.

Por estos motivos, otras propuestas con bases semejantes escollaron ante aquellos hombres resuel– tos a poner término de una vez a los cuartelazos y a las revoluciones.

Muñoz mandó a Granada otra comisión com– puesta de Jerónimo Carcache. Mariano Montealegre

y Tomás Manning. Gámez ha conservado el texto Ín. tegro de las propuestas. Ellas contenían puntos que no podían aceptarse,' como disolver la Representa. ción Nacional, y pasar por alto la felonía de Muñoz sin sanción alguna, y antes bien premiándole con una misión al extranjero.

El Salvador y Honduras tuvieron mejor éxito en sus gestiones. Enviado por el primero fue Luis Mo. lina y por el segundo José María Rugama. Este úl– timo consiguió en León la "suspensión de hostilida. des", y Malina iba a pedirla en Granada. En ver– dad, de hecho estaban paradas las actividades béli– cas.

Tanto el gobierno legítimo como el provisÍ<'Il1&1 de León aceptaron las mediaciones. El 20 de octu. bre el gobierno de Alfaro presentó sus condiciones de paz al gobierno provisional de León. En resumen Han: El gobierno de León debía desaparecer: no se e kigiría responsabilidad ni a Abaúnza ni a MUñoz, pl'ro éste debía salir del Estado, y aquél quedaría

su,~penso en sus funciones de Senador; se daría de baJ

l a a la fuerza rebelde, y las armas se entregarían al Prefecto de León; amnistía para los jefes, oficia– les y autoridades que hubiesen participado en el al. zamiento: solamente los oficiales Laureano Zelaya

y Jo:~é M. Ballesteros serían confinados; el gobierno legítimo se comprometía llevar adelante la obra de la reorganización nacional.

El 5 de noviembre los de León aceptaron estas condicitl11es que en suma era un rendimiento a dis. cresión. pero le hicieron leves reformas; por ejem– plo, 1"1 Pi"efecto y demás que recibirían las, armas. fue. ran "nrecisamente vecinos de este departamento", un indicio de la desconfianza. razón principal de nues. tras d;v;siClnes políticas. Además. pedían que el Te. soro Público respondiera de los gastos hechos por la revolución, y que la amnistía, comprendiera a los ex. tranjeros.

ERtas f:!€8tiones influyeron sin duda en la ter– mil1ación del conflicto, pues se adoptó casi Íntegro ese programa.

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