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Peto el gobil,ll'llo de Nicaragua no dictó ninguna medida hasta que comprendió que todo arreglo había fra– c¿:lsado y que ya era tiempo de definir el asunt.o de San Juan. . ..

Con este objeto emitió el decreto ejecutivo del 9 d0 octubre de 1852. Revela este documento que "las pretensiones de los usurpadores han llegado ya hasta el extremo de solicitar la .anexión del territorio de San .Juan él aira nación extraña", Por consiguiente, decre– taba "ilegal, nula y atentatoria a los derechos (le Nica– lagua" la llroclamación de San Juan del Norte en Re–

¡;LÜJÜCé\ iuUelJendiente; calificaba de traidores Y pertur– lJaelores ele la tranquilidad íntei'Íor a los que intentasen

e~lablecer autoridades independientes en aquel puerto, e ilicUi'sos en las penas con que se castigan estos aelitos.

Declaraba libre el pueito pará el comercio, sin más derechosqtle los de tonelaje' y encléije, lo mismo que los iIidispensables pára sv. conservaciói1; el gabierno ae Sán Juan se encomendaba por lo pr'olito a un Pre– fecto, mientras se poaía establecer 'un concejo muni~i­

pal conforme a las leyes;' se con<~edían ciertas. ventaJas a' los ciudadanos que reconocieran lasoberama ue l'Ü–

tO del comercio, el adelantamiento de 'la agncuutlra. caragua. El decretó 'debía not,ificai:se solemnemente a

los habitantes de San Juan, enal'boland'o ~a bandera de Nicaragua lo mismo que a todos los pueblos del Esta– (jo, y se ~rdenaba insertarlo en tres ediciones consecU– tivas de "La Gaceta Oficial".,

En la nüsma fecha el gobierno de Pineda nombró • uenei'al Fruto Chamarra, como "persona de capaciuao. y patriotismo", para que diera cumplimiento al ante· rior decreto. Con el carácter de ,Comisionado del Su' premo Gobierno, se le ordenaba pas;¡r al Castillo Viejo y al pu~rto de San Juan del Norte con aquel fin. En

~an Carlb¡¡ y El Castillo. debía tomar las fuerzas que allí estacionaban para ejecutar su cometido.

Anque don Francisco Vijil nos' iliforma que "Cha– 1oorro 'alcanzó- buen éxito" en su misión, dudamos que haya empr'endido el viaje. Lo segljro es que las dife– rencias se' arreglaron con sólo decretar que concedía a San Juan la calidad de puerto libre que reClamaban los vecinos y con lo cual parecían estar satisfechos. (1).

Bn efecto, leemos en el despacho de Bozman Kerr a su gobierno, fecha 27 de octubre de 1852, que algunos pocos de! puerto estaban ya "coqueteando" con los ni–

caragüenses, cuando se preparaba el envío de 15 Ohom– bres para restituir a Nicaragua la soberana de San Juan. Que de haberse efectuado la expedición de mera policía, Fruto Chamarra hubiera sido reclamado para la Direc– ción Suprema del Estado, y sin duda un boletín espe– cial hubiera anunciado el triunfo de Nicaragua sobre las fuerzas combinadas de los Estados Unidos y de la Gran Bretaña. Ker I'aconsejaba que se mantuviera el statu qua mientras Nicaragua y Costa Rica arreglaban sus di– ferenci,as de fronteras, ya que un paso prematuro por

10 que hacía a San Juan del Norte, no haría más que embarazar el acomodo, ,

2. CANDIDATURA Y ELECCION

No fue necesario, como. pensaba Bozman Kerr, que FlUtO Chamarra obtuviera un éxito fácil y rotundo en San Juan del Norte para que se pensara en su candi– d'atura a Director Supremo. Desde el período anterior se le consideraba digno de ese elevado cargo, según la carta de su rival Francisco Castellón a Gavarrete, que ya hemos citado.

Además, su partido, y principalmente los desta– cados hombres de Granada, habían depositado en él sus esperanzas como gobernante capaz de implantar el or– den sólidamente y restablecer la maltrecha hacienda pública.

Fruto Chamarra se resistía a aceptar su nomina-

CiÓll; pero sus amigos se empeñal;on en llevarlo a la silla 'del Poder Ejecutivo. Lo l;equería así el bienestar del país. Nadié se atrevía a comenzar una empresa, por– que no era seguro el día de mañana; los mejores pro– yectos fracasaban al golpe de una nueva facción; los nombres nunca fundaban sólidas esperanzas; en el fu– tmo de su trabajo, y vivían bajo el pesimismo de edifi– car siempre sobre arena; las fauces de la revuelta ar– nUida estaban perennemente abiertas, amenazando trae garse todo, vidas y bienes.

Cierto que también el Gral. Ponciano Corral te– llía simpatías en el pueblo, pero eran más, sentimenta– les que obra de la ponderación y el raciocinio. Por es– tas razones la candidatura de Corral quedó definitiva– mente descartada, lo que, sin embargo, disgustó a aquel importante' hombre público granadino. '

Chamarra era popular aún en los otros Departa– mentos. El Obispo Viteri escribe así al P, Vijil, Cura de Grimada, con fécha 20 de octübre de 1852; "Caste– llón se ha reconciliado conmigo,inas como sólo Dios sabe el ,corazón, yo no me fiaré jamás de este aspiran– te falai. Aquí hay muchos que le darán votos' para Di–

rector, porque a Coaal naaie 10 quiere y parece que es el otro canaidato. Si en lugar de éste hubiesen pensado en don Fruto Chamarra, tendría aquí votos, porque 10

aprecian; y, en mi insignificante oplllión, es el hombre ete estos aepartamentos y aún del Estado".

y el hi"tolÍaaor Jerónimo Pérez dice que aquel hombre que en 1851 se puso a la cabeza de un ejérci– to improvisado para restituir ,a Pineda y a C'astellón, su Ministro; ése que tanto contribuyó para que "aquella revolución pasase sin, estampar una huella de sangre, no hay l1uda que era el llamado a ocupar la Magistra– tura Suprema del Estado". ' ,

:ti! 'candidato más fuerte de oposición a Chamarra era el occidental Lic. Francisco CastellÓn. Según Vite– ri y Ungo a Castellón lo devoraba la ambición de Ser Director Suprémo desde hacía mucho tiempo. Lo mis– mil nos informa el 'publicista francés Mr. F'élix Belly, liuien ase~ura que Casiellón estaba quebrado y desea– ba reSarCIrse por medio del poder supremo.

Aunque en aquella época no era decoroso que el candidato hiciese su propia propaganda, sin embargo, Castellón fue a, GraQada a solicitar votos. De regreso, a su paso por Masaya, dijo: "Aunque en Granaaa no me den votos, la elección la d~cidirán las bayonetas de León". (Carta de Viteri a Vijil, 25. VI. 1852).

Las elecciones de primer'grado se verificaron con todo orden a fines de 1852. La libertad y legalidad que en ellas reinó puede apreciarse pór <tictamen oe la co– misión del Congreso paar calificarla, integrada, por los representantes l'bro. Anselmo Alarcón, José Lino César,

J osé María Estrada y J. MigUel Cárdenas.

Comenzaban los comisionados loando el sistema de que el pueblo "reasumía la plenitud de su poder", al designar al ciudadano que debía airigir la marcha política y administrativa del país. El acto electoral – aecían- "eSl la fuente pura de donde fluye la. legitimi" dad de la potestad pública"; por eso la ley nícaragüen– Se ordenaba hacer un riguroso examen de las eleccio– nes para "prevenir así que el poder público traiga su origen vicioso y bastardo". Encontró la comisión que los ocho distritos electores del Estado que eran León, Chinandega, Segovia, Matagalpa, Rivas, Jinotepe, Masa– ya y Granada habían suf~ado; halló asúnismo que se había cumplido con la Constitución y la ley electoral. El número máximo de electores era de 540, pero sólo habían votado 490; había por consiguiente elección po–

pular, porque .este número es más de las dos terceras de aquél; pero ninguno de los candidatos resultó electo, porque los 490< votos se repartieron asi: 296 a favor de Fruto Chamorro; 193 a favor de Francisco Castellón, y

191 a favor de Juan Ruiz; el recto de los candidatos ob.

(l)-Gámez, Hist. de Mosquitía, dice que no halla vestigio de este viaje.

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