Amnistías No. 23, 24 - Concedidas por José Santos Zelaya - 1893-1909
El general Zelaya nació en la ciudad de Managua el 1º de noviembre de 1853, hijo de familia económicamente acomodada; se bachilleró en el Instituto Nacional de Oriente de Granada y a los 16 años de edad viajó a Bélgica y Francia a efectuar estudios donde se nutrió de ideas liberales. Regresó a Nicaragua y de inmediato comenzó a difundir las ideas liberales, convirtiéndose en un activista de primera línea. En 1883 fue electo alcalde de Managua y en 1893 participó en la revolución conservadora contra el gobierno del doctor Roberto Sacasa mientras simultáneamente participaba en la revolución liberal contra esa misma revolución conservadora. Derrotado Sacasa el 1° de junio de1893 por la revolución conservadora, el 31 de julio Zelaya apareció presidiendo la junta liberal que derrocó la de los conservadores. Permaneció en el poder como dictador durante 16½ años hasta que fue derrocada por la llamada “Revolución de octubre” libero-conservadora liderada por el liberal, general Juan José Estrada y el conservador, general Emiliano Chamorro con la ayuda de la Nota Knox, en diciembre de 1909. Murió en Nueva York en 1919, de 66 años.
El gobierno de Zelaya emprendió modernizar y revolucionar el Estado de Nicaragua mediante los conceptos liberales: el gobierno sería republicano, democrático y representativo y el Estado garantizaría las libertades ciudadanas: no ser arrestado sin orden judicial, no prisión por deudas, libertad religiosa sin protección estatal para ninguna, establecimiento del estado laico, educación gratuita y obligatoria para la primaria, abolición de la pena de muerte, matrimonio religioso hasta después del civil, divorcio permitido, secularización de los cementerios, libertad de prensa, respeto a la privacidad de la correspondencia, libertad económica, libertad de enseñanza, respeto a la propiedad y a la propiedad intelectual; sistema legislativo unicameral, obligatoriedad de votar, voto directo y secreto; no reelección… Algunos de estos conceptos ya existían desde gobiernos anteriores.
Esto fue plasmado el 10 de diciembre de 1893 cuando promulgó su constitución llamada “la Libérrima” por sus amplios postulados, pero en la práctica muy poco se cumplió. En agosto de 1893 para estimular y forzar el incremento en la producción nacional emitió ley que puso al trabajador en franca desventaja frente al empleador, como nunca antes.
En el ámbito internacional, desde el inicio de su gestión Zelaya ayudó al hondureño Policarpo Bonilla a derrocar al presidente Domingo Vázquez en retribución a la ayuda que recibió de Bonilla para armar su revolución liberal del 11 de julio de 1893. Bonilla se introdujo en Honduras a finales de diciembre de 1893 y Honduras reaccionó declarando la guerra a Zelaya. Zelaya, temeroso que esta guerra gestara simultáneamente una revolución interna contra él, obtuvo de la Asamblea amplios poderes para poder suspender las garantías individuales, conseguir empréstitos, montar tribunales militares contra alzados, confinar y expulsar a opositores, legislar sobre el presupuesto… Las tropas de Zelaya avanzaron hasta Tegucigalpa y después de sangrientas batallas, en febrero de 1894 colocó a Bonilla en la presidencia de Honduras como aliado militar en Centroamérica. Todo esto resultó en una escalada de mayor descontento y daño a las finanzas públicas que Zelaya reparó con contribuciones forzadas a sus opositores, cosa que a su vez reavivó en la oposición la tradicional pasión de la lucha armada por el poder que chocó con la represión del Gobierno en la forma de cárcel, contribuciones forzadas y exilios y confinamientos para los opositores.
Revolución de León en 1896
El pueblo resintió la dictadura y en 1896, desde León —bastión liberal— se montó un golpe de Estado. Parte de la Asamblea Legislativa se trasladó de Managua a León donde decretó la destitución de Zelaya y su reemplazo con el vicepresidente Francisco Baca. El general Anastasio Ortiz se sublevó y una vez más Nicaragua estuvo en guerra. Zelaya pidió ayuda al presidente Bonilla de Honduras, quien le envió tropas que tomaron Chinandega mientras las tropas zelayistas iban venciendo en todos los campos. Al final obtuvo la victoria y Zelaya informó a la Asamblea Legislativa que la guerra duró dos meses y que costó 600,000 pesos al erario público.
Como gobernante, el general Zelaya no pudo soportar las amplias libertades otorgadas por la “Libérrima” a un pueblo sedicioso que rechazaba insurrecto las amplias reformas políticas y sociales que estaba implantando y, como consecuencia, el 15 de octubre de 1896 Zelaya hizo profundas reformas a la Constitución la Libérrima, reformas que cercenaron los más importantes postulados democráticos y artículos relacionados con el Estado de Derecho, la Justicia y la Libertad; además, incrementó notablemente las facultades del poder del Ejecutivo de una manera autocrática.
A la vez, la Asamblea Constituyente declaró electo presidente constitucional de la República a Zelaya para el siguiente periodo —el que comenzaría dos años después, desde el 1° de febrero de 1898 hasta el 1° de febrero de 1902.1
Otras revoluciones
Esta actitud autoritaria de Zelaya de aferrarse al poder escaló las protestas y rebeliones atizadas también por los caudillos opositores por sus propias ambiciones de poder. El “Diario íntimo” de don Enrique Guzmán es un extraordinario repositorio de eventos políticos y sociales del diario acontecer nacional desde 1876 hasta 1911. Este diario contiene muchísimas entradas acerca de las conspiraciones en las que el mismo don Enrique estuvo involucrado y también acerca de tantas otras que planeaban activos miembros del Partido Conservador. Todas ellas rebasan el contenido de esta obra en la que solo se aluden, para ilustración, la revolución del León en 1896, la revolución del lago de 1903, la explosión del almacén de pólvora de 1902 y la revolución libero-conservadora de octubre de 1909 (que aparece en el siguiente capítulo de la amnistía dada por don José Madriz).
Explosión del almacén de pólvora en Managua. El 16 de abril de 1902 estalló el almacén de pólvora del cuartel de Managua en el que murieron unos 200 soldados y Zelaya reaccionó persiguiendo y arrestando a los que creyó sospechosos, en especial a conservadores, a quienes confinó al interior del país o al extranjero o a la cárcel. A dos militares, general Filiberto Castro y coronel Anacleto Guandique, los sometió a un Consejo de Guerra; fueron encontrados culpables y ejecutados a las 5 p.m. del 17 de enero de 1903.
ANÉCDOTA
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Revolución del Lago. A comienzos de marzo de 1903, el joven conservador Emiliano Chamorro se apoderó del vapor Victoria en el gran Lago y lo usó para atacar los cuarteles militares alrededor del lago, hasta que fue dominado por Zelaya. Después de esta revuelta en el gran lago, Zelaya endureció su intolerancia y hasta expulsó del país al obispo Pereira Castellón y a los más notables sacerdotes de la diócesis, entre ellos al que más tarde llegó a ser el primer arzobispo de Managua, monseñor José Antonio Lezcano. Hubo persecución política, y fuertes exacciones a los opositores políticos, especialmente a los conservadores que mermaron así sus patrimonios.
Amnistías de Zelaya
Sin embargo, cuatro meses después de la Revolución del Lago, el 11 de julio de 1903 Zelaya otorgó una “amnistía amplia e incondicional a todos cuanto tomaron parte en la última revolución”.2 (Vea Anexo 23).
Emiliano Chamorro en la página 112 de su autobiografía escribió:
No puedo negar que el general Zelaya se mostró bastante magnánimo con los que cayeron prisioneros en el vapor Victoria. Así como que hay que reconocerle que no demoró mucho en dar Amnistía en favor de todos los que habíamos tomado parte en el movimiento revolucionario.3
No he encontrado fuentes primarias que certifiquen que el general Zelaya otorgó otras amnistías. Sin embargo, el doctor Pedro Joaquín Chamorro Zelaya en su escrito “Enrique Guzmán y su tiempo”, publicado en la página 98 de la Revista Conservadora N° 48 del mes de septiembre de 1964 relata que Zelaya “vivía constantemente dando amnistías que no eran sino verdaderas y peligrosas trampas para los incautos….
Basado en esta aseveración del doctor Chamorro Zelaya, yo me tomo la libertad de resumir todas esas amnistías o indultos o liberaciones caprichosas de prisioneros en una sola amnistía, que en esta obra le corresponde, pues, el número 24.(Vea Anexo 24).
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Anexo 23
Diario Oficial, (Tercera Época)
N° 1981 - Año VIII
Managua 14 de julio de 1903
Nota: Se preserva la grafía original
Se publica en el presente número del Diario Oficial el decreto expedido el 11 del corriente, por el que se concede amnistía amplia e incondicional á todos los que tomaron parte en la última rebelión y á cuantos reos políticos estuvieran detenidos en las prisiones del estado, y abriendo las puertas de la patria los que se hallen fuera del territorio por análogos motivos.
Celebrar el glorioso aniversario de la revolución de julio, que… etc. etc.
[…]
Comuníquese — Managua, 10 de julio de 1903 — Rubricado por el señor Presidente — El Ministro de Instrucción Pública — Aguilar.
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Anexo 24
Transcripción del párrafo atinente
Del escrito del doctor Pedro Joaquín Chamorro Zelaya
Enrique Guzmán y su tiempo4
Nota: Se preserva la grafía original
“Zelaya se sentía más seguro teniendo a sus opositores en casa. Le era más fácil vigilarlos de cerca que en la emigración, pues a la menor sospecha justificada o no, los imposibilitaba de moverse, encerrándolos en la cárcel por unos meses o por varios años, si el miedo le duraba. Por esto vivía constantemente dando amnistías que no eran sino verdaderas y peligrosas trampas para los incautos, muy apegados a su tierruca y demasiado creyentes en la palabra del gobernante”.
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1 Esgueva Gómez, Las Constituciones políticas y sus reformas en la historia de Nicaragua, (Editorial IHNCA-UCA, 2000, Tomo I, Documento Nº 73), pp.397 a 404 y 407
2 Diario Oficial, (Tercera Época), 14 de julio de 1903, N° 1981, Año VIII.
3 Chamorro, Emiliano Chamorro, El último caudillo- Autobiografía, Ediciones Partido Conservador, Managua, 1983, p.112. Disponible en clic aqui
4 Chamorro Zelaya, Pedro Joaquín, Enrique Guzmán y su tiempo. En Revista Conservadora, No.48, Sep. 1964, p.98. Disponible en clic aqui